jueves, 10 de marzo de 2011

La Ultima Fantasía: Parte 4

Ecos de pisadas retumban en las cercanías del tercer piso del castillo anunciando la próxima llegada de los guerreros, cual profundos latidos el ruido se extiende rítmicamente desde una larga extensión de escaleras hacia los pisos superiores rompiendo con el silencio y la ausencia del lugar. Pese a la rehuida de la luz por la inminente llegada de la noche, débiles sobre la pared aun se proyectan las sombras de cinco soldados corriendo velozmente liderados por un joven militar de vestimenta particular, luce una elegante investidura la cual acompaña con sus calidos ojos avellana tapados entre despeinados cabellos oscuros, su brazo debajo de la fina ropa color añil no para de frotar su el pecho; a simple vista presenta indicios de agotamiento ante la forzada marcha. Teniente Alexteir Grims es el nombre del caballero, hombre justo entre los justos quien ha formado una gran carrera militar pese a su corta edad llegando a ser el capitán mas joven del Reino.

“Uno de los primeros en su generación, sus palabras solo hablan verdades y su sentido de lealtad se encuentra fundido en cada una de sus dediciones. Pese a eso, se le ha encontrado un ápice de debilidad e indecisión cuando en las prácticas se entrecruza el objetivo de la misión y la vida de sus compañeros. No se lo recomienda para altos cargos” Esa fue la evaluación de sus facultades tras su egreso de la academia, este reporte delimito rotundamente su avance en las grandes filas de la armada estancándolo en Teniente pero, pese a los malos ojos con que lo ven los oficiales superiores, posee una excelente reputación entre los soldados y los ciudadanos de Therenea gracias a su esfuerzo y las campañas exitosas junto a su superior y amigo el Capitán Lucian Ighnate.

Es extraño como el destino cambia con el mas débil soplar de la brisa; hasta hace unas horas solo pensaba en la ceremonia donde se reconocería los meritos de su amigo para ascenderlo finalmente a Capitán, pero algo salio mal y ahora se encuentra liderando una misión de suprema importancia: “Recobrar los cristales a cualquier precio” así fueron las palabras de su majestad segundos después que el consejero comenzó a escapar luego de engañar a todos por completo, éste había guardado hasta último momento sus verdaderas intenciones y tomando súbitamente los cristales para si comenzó a elevarse por medios mágicos escapando hacia los pisos contiguos. La mente de Alex parecia trabajar a mas velocidad que su pies hundiéndolo en un remolino de ideas

-“Maldición, hace ya un largo tiempo que no paramos de avanzar, piernas comienzan a entumecerse y ni rastros de Balthasar; a todo esto siento que algo anda realmente mal con este lugarMurmuró para sí el Teniente al tiempo que recorría con su mirada el entorno.

La situación se desarrolla sobre unas anchas escaleras color marrón que suben de manera oblicua hasta terminar en un descanso donde nacen nuevamente hacia la izquierda, sobre el segundo descanso se hallaba un gran ventanal cubierto de vidrios adornados estos apenas dejaban pasar un pequeño has de luz los cuales recaían sobre el rostro cansado de sus compañeros marcando claramente la fatiga que parecía aun mayor a la de su líder. Los soldados vestían pesadas armaduras y yelmos cerrados los cuales les causaban una gran desventaja comparado con su Teniente quien se movía mas ágilmente avanzando de a dos escalones (recordemos que había asistido a la ceremonia solo como invitado vistiendo sus ropajes mas elegantes por eso su equipo se reducía solamente a una espada corta que le había cedido un soldado en el camino). Igualmente Alex notaba algo en entre sus inferiores, sus miradas mostraban algo más que cansancio, se podía palpar una leve incertidumbre en ellos la cual crecía desde una leve duda hasta una mayor inquietud. Había algo extraño en el aire el cual se volvía mas denso medida que subían, podrían jurar que a medida que subían una leve oscuridad comenzaba a envolverlos y presionarles el cuerpo drenando poco a poco sus fuerzas mientras el aire se volvía cada vez mas esquivo.

Con un gesto con su brazo, el Teniente indico a los soldados que se detuvieran formándose en filas de dos detrás de él. Se encontraban a pocos peldaños del tercer piso y teniendo en cuenta el sigilo con el que avanzaba su enemigo era menester moverse con cautela, con paso suave pero ligero subieron hasta el ultimo escalón dejando escuchar solo su agitada respiración; la situación crecía en peligro al no encontrar rastros alguno del consejero hasta ahora, la persecución los había llevado hasta una puerta cerrada que los mantenía separados de la habitación real. Tras una leve indicación dos de los soldados se pusieron a los lados de la puerta mientras Alex con fuerza y decisión derribaba la puerta de una patada.

Atento y con un gesto firme, el joven Teniente ingreso con su arma en mano esperando escuchar un sonido, estaba seguro o sentiría el chirrido de alguna puerta cerrarse indicando que la persecución se volvía un juego de “busca/encuentra” o llegaría a sus oídos las ultimas palabras de una rima mágica, en ese caso solo la piedad de la diosa lo salvaría pero pese a su desesperanzado pronóstico nada sucedió, llevándolo a que segundos después ,ante tal incomprensible silencio, comunicarle a sus subordinados que el camino era seguro, Ninguno podía asegurar esa última parte pero creían realmente en el sentido del deber y en la lealtad que los unía, eso era lo primero que aprendía un soldado de la armada en la academia “Nunca olvides tu misión, ni a quien le eres fiel”; frase confusa en un principio la cual cobraba un valor diferente en el corazón de cada militar y superior a cargo, con el Teniente Grims significaba “Da tu vida por lo que creas correcto y protege a tus camaradas”.

Recuperando de apoco el aire mientras se mantenían atento a las indicaciones de su superior, la pequeña unidad ahora se encontraba en un angosto pasillo lujosamente adornado que unía las alcobas de la familia real con los pisos inferiores del castillo. Aquí no había mucho donde esconderse, solo dos habitaciones se encontraban en este piso: La del rey y reina y la del difunto príncipe. Con la decisión finalmente tomada índico a 3 soldados que ingrese en la habitación del monarca mientras él y dos mas se adentrarían a la del príncipe, a la cuenta de 3 entraron cada uno a la alcoba mencionada.

Era realmente extraño, tanto que congelo la mente del teniente por unos segundos incapacitándolo de tomar acción alguna, esa amplia pieza que en un principio pertenecía al joven príncipe, la cual se había mantenido intacta ante el dolor de su perdida se encontraba completamente revuelta; claramente alguien estuvo buscando algo allí pero “que” era la pregunta. Luego de comprobar que nadie se encontraba en ella, Alexteir corrió por el pasillo hasta la habitación contigua para recibir el informe de lo sucedido allí cuando vio con total sorpresa a un soldado salir despedido con una fuerza impresionante terminando estampado contra una pared; un ultimo suspiro indico que el combate para él había terminado. Forzándose a reaccionar rápidamente Alex corrió hasta la alcoba real solo para escuchar los gritos de dolor de sus subordinados, uno yacía en el piso con una mueca de dolor en su cara del cual parecía esparce una densa nube oscura mientras el otro se desangraba luego de recibir el ataque de una lanza negra que se había clavado ese espacio desprotegido entre el yelmo y la armadura; con velocidad Alex se abalanzo en la habitación esperando ver a su enemigo pero solo encontró a sus camaradas, con un ojo sobre ellos y otro en el ambiente se acerco para comprobar el estado de cada uno: Muertos ambos, con odio y culpa grito:

-“¡Maldito cobarde, muéstrate ante mi para que pueda terminar contigo!” pero su orden no parecía ser escuchada por nadie continuando repitiéndose en la habitación, ante tanto odio e impotencia no paro de gritar el nombre de su enemigo aun mas fuerte sabiendo que iba a aparecer en algún momento, mientras tanto los segundos seguían pasaron. Alex furioso pero atento esperaba una respuesta, hasta que finalmente la obtuvo

-“¡Jajaja no lo creo, te haré tragar esas palabras pequeña imitación de militar!”

La voz parecía provenir de arriba pero al sorprendido caballero le fallaron los reflejos traicionándolo a ultimo momento alejándolo solo un paso de su posición recibió un ataque mágico que termino empujándolo con una fuerza terrible contra la pared, aplastando su cuerpo sin piedad. El teniente no podía hablar ante la presión que recibía su torso, limitándose escupir sangre mientras sentía sus huesos quebrarse uno a uno. Concentrando toda su determinación en tratar de moverse luchó en vano, por mas fuerza que reuniera no podía vencer el efecto del hechizo; mientras tanto el consejero con una horrible mueca de placer en su boca descendía suavemente hasta llegar al suelo, en sus brazo llevaba firme un oscuro y pesado libro el cual emitía un fulgor violáceo por el efecto de la magia mientras que debajo de su ropaje largo se oía un agudo chirrido proveniente del roce de los cristales.

Impotente e indefenso Alex no pudo mas que gritar y maldecir, Balthasar con expresión de victoria absoluta avanzaba hacia él con paso lento, su boca se movía de manera extraña pronunciando silabas inentendibles para el teniente quien no era adepto en las artes mágicas, poco a poco los músculos del cautivo comenzaron a entumecerse mientras sentía sobre él caer el peso las palabras del mago que lo atrapaban en una telaraña cerrándose sobre su cuerpo; sus sentidos comenzaban a fallar, envenenado por las palabras no podía mas que dejarse caer

- “Cierra tus ojos, el fin ha llegado”

El mundo giro alrededor y se perdió en un remolino de colores


Durante los años que Alexteir estuvo al servicio del imperio luchó gran cantidad de batallas y campañas pero, victoria o derrota, luego de estas siempre venia un tiempo de descanso mientras los estrategas planeaban sus siguientes pasos. Durante esta etapa los guerreros que no se encontraban heridos o pedían una licencia servían en el castillo junto con sus camaradas, así como en todo tiempo “de paz” aquellos que arriesgaban sus vidas por una nación se dejaban llevar por la tranquilidad y alegría que suponía volver al hogar y vivir a pleno. Sin demasiado que hacer los militares se las pasaban en las barracas entrenando y compartiendo sus vivencias cuando no tocaba hacer ninguna guardia.

Gracias a esto Alex llego a conocer cada uno de los secretos detrás del Imperio de Therenea, como si por casualidad se le fueron revelando uno a uno pero esto no sucedió de golpe, así como la luciérnaga deja un pequeño rastro luminoso tras su vuelo Alex podía ver esos pequeños rastros efímeros y reconstruir los hechos, causa de más problemas que facilidades, Este don despertó de pequeño y tuvo que aceptarlo pese a sus intentos de olvidarlo en más de un evento desafortunado; volviendo a sus conocimientos sobre los delgados hilos que sostenían el imperio, luego de entrelazar varios hechos y eventos había llegado a la conjetura que el consejero Balthasar Remoy no solo era una de las piedras angulares detrás de cada decisión en Therenea sino el que el Emperador Maximus nunca revelaba un veredicto sin almenos hablar a solas con el antiguo consejero.

De origen completamente desconocido, entre los rumores más fuertes se decía que ni siquiera su nombre era verdadero sin más decir que ni siquiera era oriundo de Therenea. El color de su piel y sus ojos negros y vivaces pertenecían seguramente a alguna región del Sur mientras que sus palabras y el acento lo situaban más al Norte; contradictorio como él mismo sus orígenes en la corte lo sitúan en principio junto al padre del actual Emperador como un cortesano más a su servicio. Algunos decían que era el último de su etnia mientras que otros lo describían como “un sucio mestizo”, pese al misterio que giraba alrededor de él y los prejuicios que generaba su persona al poco tiempo llego al cargo por el cual se lo reconoce , el cual incontables nobles buscaron por largo tiempo y fallaron. El Teniente Grims invirtió parte de un verano en tratar de desmarañar ese intrincado hilo de mentiras el cual rodeaba la imagen de Balthasar ya que consideraba una figura digna de ser tenida en cuenta, pero solo pudo encontrar una verdad:

“Balthasar Remoy estaba obsesionado con la magia, pero no poseía ninguna cualidad en ella”