miércoles, 30 de octubre de 2013

Hilo plateado


Ella había olvidado la última vez que había visto el mar, le era curioso el transcurrir del tiempo en una década. Podría jurar que parecía más que simplemente diez años, ya que, aunque había pasado infinidad de veces por allí, simplemente no había hecho más que notar la presencia de la costa, como quien estaba de pasada. Allí quieta, fluida pero estática, siempre en el horizonte.
Hacia horas que la mujer se encontraba sentada sobre la arena, sintiéndola escurrir entre las manos, disfrutando del viento nocturno sobre la piel y de la espuma del chocar de la marea sobre la costa, pero la joven no estaba sola, un cuchillo le hacia compañía.
 Sus cabellos se fundían en el mismo color dorado del suelo, recostada no podía más que contemplar esa inmensa luna que se hacia añorar, intentaba darle forma a esa embriagadora sensación que recorría su mente pero esta se escapaba cual agua entre los dedos. Pero la luna se comenzaba a perder su brillo, y en su ausencia la marea bajaría y dejaría atrás ese hermoso reflejo sobre el mar; pero ello no la llenaba de tristeza ni melancolía ya que el fin siempre daría un nuevo comienzo, así como la muerte es necesaria para la vida. La sangre escapaba de sus muñecas y con ella su vida, llevándose así el calor de su cuerpo dando la bienvenida al frío. La vida comenzaba a terminar….

-“¡No, no, no!”- La tinta aun fresca manchó sus dedos, el papel que estaba escribiendo terminó en pedazos y hecho un bollo el cual voló hasta un tacho de basura lleno de otras hojas. -“Casi las cuatro de la mañana y aun no llegas, maldita musa, ¿¡Cuanto debo sufrir para que vuelvas maldita caprichosa!?”- vociferaba el malhumorado escritor, su rostro vestía unas marcadas ojeras que, como la costa humedecida por el océano, adornaba el mar en sus ojos. La mirada del nervioso hombre oscilaba entre un calendario donde la mitad de los días se encontraba tachados en rojo, salvo uno que decía “Entrega preliminar de la historia”, y ese momento llegaría en unas horas.
La mañana anterior había discutido con su mujer, como habitualmente sucedía. Ella nunca entendía la presión que él sentida antes de cada entrega a la editorial, furiosa  entre insultos había tomado al niño y pedido un taxi olvidando sobre la mesita el regalo de aniversario y las pastillas que le había recetado el psiquiatra.
Cafeína y aspirina, una ducha, gotas para los ojos y un vistazo sobre el espejo de por medio encontró al joven escritor observándose extrañado frente al espejo. Cualquiera diría que parecía más muerto que vivo.  Sirenas de policía y el traqueteo de la cama de sus vecinos contra la pared, los sonidos y las imágenes comenzaban a mezclarse sin razón. Todo giraba en su mente así como giraba el frasquito, ese que él pensó que eran aspirinas, ahora vacío. Grave error.
En esa danza macabra, él bailo en el suelo, acostado y girando sobre si. Solo él danzaba, adornando la alfombra del baño con un reguero de pastillas y espuma de su boca. Una oscuridad inmediata invadió el mundo…

La tele se había apagado, pero ya era tarde.

-“Apaga esa maldita televisión de una vez por todas. Te he dicho mil veces que no quiero que veas esas porquerías” grito la señora en pantuflas, lucia un camisón que recordaba esas cortinas de baño que usaban las abuelas. El niño acató de inmediato, el miedo al calzado de su Tía era más grande que el interés sobre cualquier película. El control remoto terminó torpemente en el suelo, él giro para tomar un poco más de frazada y terminó irremediablemente observando la ventana al otro lado de la habitación. El cielo brillante aparecía como un cuadro sobre el marco de su ventana, las estrellas se distribuían cual pastillas en el suelo adornando a la blanca dama. La luz de luna se filtraba por los cristales pero comenzaba a desaparecer poco a poco, no se encontraba demasiado lejos de la costa pero aun podía sentir el olor a mar. Ese olor que genera irremediablemente nostalgia, nostalgia de algo lejano y completamente olvidado. Pero aun a las puertas de la fantasía y el mundo onírico, el niño nunca supo que fue lo que estaba añorando.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Retazos desde el otro lado

El foso, Día 97

Las llagas generadas por el rose entre sus muñecas y los grilletes ya habían sanado hace tiempo pero la piel que había recubierto las heridas poseía un tinte diferente, blanco como hueso. Era un hecho que su cuerpo se adaptaba y cambiaba, esa terrible mazmorra lo marcaba una y otra vez quitando lo que no era útil y rellenando ese espacio con su sello aunque el verdadero miedo era “¿Hasta donde llegaría a cambiar?”, ¿Cuanto del viejo Thomas, noble señor, quedaba dentro de él y cual seria el objetivo de escapar de ese calvario si el núcleo de su ser se vería alterado para siempre? ¿Acaso su familia lo reconocería, sus amigos, su esposa?. Thomas era el nombre que su madre eligió para él, el nombre que ostentó en su pasado pero no el que correspondía a su presente, a ese presente lleno de miseria y soledad.

Sus pensamientos comenzaron a cesar con el paso lento de las horas, instintivamente había aprendido a sepultarlos de manera rápida en lo mas profundo de su mente; ya no dedicaba sus energías a esos rostros del pasado sino a ese monstruo, cruel y despiadado,  de helada piel y de desconocida guarida al que llamaban Frulghod, la prisión olvidada.

Para él esta era una batalla de resistencia, un combate diario en el cual mantenía su temple y entrenaba su cuerpo bajo el frió y continuo abrazo de las cadenas. Sus sentidos habían dado un paso mas allá, a veces durante las noches el prisionero se mantenía con los ojos cerrados y los oídos centrando su atención en el débil exterior ignorando el ruido de rocas y el colapso, continúo pero seguro, del lugar. Esas noches de meditación le habían presentado, en forma de débiles susurros, un arrollo lejano. Seguramente de allí venia el agua que probaba, a veces… Otras noches, mantenía los ojos abiertos adaptándolos a la penumbra lo máximo posible, intentando distinguir diferentes sombras y darles una forma, estimar su origen, un peso y una textura. Los días mas tormentosos aprovechaba el ruido para ocultar los sonidos de sus ejercicios, agarrado de sus cadenas realizaba flexiones hasta que sus manos se llenaran de cayos y sus dedos no aguantaran más. Día, tras día, tras día repetía esta rutina esperando por la oportunidad perfecta… hasta que finalmente llegó.

Una de las tantas noches logro engañar a uno de los guardias y ocultar una cuchara de madera con la cual le habían brindado esa sopa fría y amarga recurrente en su dieta. Con larga paciencia comenzó a darle forma entre la humedad y los bordes de las rocas de la prisión, para obtener un arma punzante capaz de soportar unos pocos golpes antes de quebrarse. Eso junto con el brazo secretamente libre de grilletes era su plan de escape, solo necesitaba esperar a que alguien se adentre nuevamente en su celda lo suficientemente cerca como para poder tomarlo sobre el cuello, tomar sus llaves e iniciar su huida. Funcionaria sin duda, al menos en su mente lo hacia…

Una fría madrugada de invierno Thomas engañaba al sueño utilizando las rocas desprendidas de su celda para arrojarlas por una de las grietas de la pared y estimar su llegada al suelo. Por el ruido de la caída estaba demasiado lejos, pero eso no era lo importante sino que comenzó a notar una creciente respiración, agitada y desordenada, ascendiendo a través las escaleras. Para su sorpresa la figura que entro a su sala no era un guardia sino un hombre de aspecto extraño, cabellos escasos y rostro regordete; sus ropas indicaban que era un forastero mientras su mirada cambiante daba indicios que era un intruso en ese lugar. Sin mediar palabra alguna arrojo un sobre de papel a los pies de Thomas y escapó por donde había venido.
Nervioso acerca del contenido, el papel tembló de las manos del prisionero antes que posara sus ojos sobre él. La idea que aun quedaba alguien en el mundo que lo recordara comenzaba a tomar forma. Sin mas preámbulo, retiro la carta del sobre y prosiguió a leerla.

“¿Que estarías dispuesto a hacer por obtener la libertad? ¿Por besar nuevamente los labios de tu amada? ¿Por tomar venganza contra la persona que te arrebato el lugar que ganaste por derecho?
Yo puedo brindarte todo eso y más, pero el precio no será otro que subordinar tus valores, tu honor y tu vida a mí. Tu serás mi brazo, mi espada y mi ejecutor; te enviare a luchar contra dioses y demonios por igual y siempre deberás volver victorioso, empapado con la sangre de tus enemigos. Tu alma, tu vida, tu sangre y tu carne seguirán mis órdenes hasta que finalmente emitas tu último aliento.
¿Te volverías mi esclavo para obtener la libertad? ¿Seguirías el más amargo de los caminos a cambio del dulce sabor de la felicidad perdida?
Ye te he dado dos pruebas sobre la firmeza de mi resolución, tu brazo y tu pierna libre lo avalan; ahora es el momento que emitas tu decisión. Si estas de acuerdo con mis términos, la próxima luna llena entrégale el prendedor que encontraste al sujeto que aparezca en tu celda; sino sigue padeciendo en la ignorancia total y absoluta”

Reinó el silencio por varios minutos hasta que el joven estalló en carcajadas


-“¡Pobre el que se cruce con este demonio lleno de venganza, ya que quien me encuentre será victima de una rabia inimaginable, una sed mas allá de ser saciada. ¡Claro que acepto, la próxima luna seré libre!”

lunes, 26 de agosto de 2013

El precio

En aquel balcón de marfil yacía el mago, inmóvil y expectante, tan rígido como las gárgolas a sus lados pero aun tan vivo como nadie. Su cabello oscuro flotaba en el aire casi danzando un salvaje vals, ocultaban sus ojos apesadumbrados, esos ojos que aun tras el pasar de los años conservaban cierta juventud; solo sus pies, firmes y despreocupado, se movían recorriendo el borde del resguardo de manera desafiante. Esa emoción le gustaba, sentir la presión, esa sensación cercana a la caída, a la muerte y a todo eso que le recordaba su naturaleza mortal.

 La fortaleza perlada era como un haz de luz que interrumpía el oscuro abismo que se cernía sobre colinas de Doer, tan fría y perfecta como el reflejo del mismo nigromante. Junto a él siempre su conciencia, algo rota y quebrada dejaba escapar fragmentos de la realidad cual agua entre los dedos; el sueño le era esquivo desde hacia varias noches dándole una visión de la realidad como a través de un prisma desgastado… y la medianoche aun lejana. Pero él siempre impasible de espíritu, disciplinado tras décadas del estudio arcano y aun indomable, aun perfecto.

No


La perfección…


Todavía no había logrado obtener verdadera forma del alma y ese ultimo conjuro le costaría mas de lo que podía pagar, mas de lo que podía ganar, mas de lo que alguna vez había esperado. Debería despedirse de su más preciado tesoro, perder el más perfecto de los conocimientos, decir adiós…
Solo las nubes paseaban curiosas por el cielo sin liberar aun la blanca dama, faltaba poco para su aparición y ella solo bajaría para contemplar el gran evento.


-“¿Me atraparas Kanazar, ultimo de los conjuros? “

Solo el viento respondió 

Y fue suficiente, la medianoche había llegado y la blanca reina lo miraba firme desde el cielo. Y como ese niño lejano él sonrío por última vez, dio un paso adelante y se dejó caer.

jueves, 6 de junio de 2013

El regalo de Prometeo



Clink… Clink…Clink.

“¡Idiota, nunca vuelvas a comprar algo de Timothy Baes, nunca jamás!” Ben repetía una y otra vez para sus adentros, su mente se encontraba en llamas mientras sus dedos conocían la más fría de las heladas. Pocos saben lo que es el frío de las primeras horas dentro de los bosques Jundianos, y aun menos son los que logran sobrevivir hasta el mediodía sin la compañía de una fogata; Benjamin había confiado demasiado en su suerte intentando cruzarlo en menos de un día de marcha, y como consecuencia la noche lo había alcanzado en pleno corazón de Jund.

Hacia ya unas horas que se encontraba refugiado en un pequeño claro donde el clima no castigaba tan fuerte, no obstante quedarse estancado allí no era una buena ideas.

Clink… Clink…Clink…

Golpeaba una y otra vez un mineral contra otro utilizando un pequeño trapo, pero no lograría obtener fuego sino solo un molesto sonido metálico. Muy dentro suyo sabía que estaba luchando una batalla condenada a fracasar desde un principio, hacer funcionar esa yesca húmeda y de mala calidad iba requerir algo que sin dudas no poseía.
No había otra opción, debía reiniciar su marcha aunque sus pies entumecidos le impidan continuar. Sentía los ojos bastante apesadumbrados frente a la oscuridad y, como si fuera poco, para guiarse por su oído primero tendría que alejarse lo suficiente como para que los murmullos del río se pierdan entre la densidad de los árboles. En condiciones normales poseía una mente aguda y practica, pero en ese momento sus ideas eran solo un garabato; su convaleciente esposa necesitaba las medicinas en su morral, pero para llegar a su cabaña debía sobrevivir primero.
Solo existía una única verdad, ambos vivirían solo si él retomaba su marcha; decidido a cruzar el bosque en la mas completa y absoluta oscuridad guardó finalmente sus elementos y con bastante dificultad comenzó a avanzar hacia el norte.

Ben sentía como si nadara en un mar negro, denso como el alquitrán y compuesto solamente de ramas y hojas; sus brazos y piernas estaban todos cortados y, pese a que no podía verlos, podía sentir calidos y delgados hilos de sangre escapar de sus heridas. Alrededor reinaba el más absoluto de los silencios y eso realmente lo incomodaba, ningún ave nocturna ni insecto cantaba en esa noche dejando solo al misterio como protagonista absoluto.
Súbitamente un aullido quebró la noche y antes de darse cuenta se encontraba corriendo, y así se mantuvo por largo tiempo hasta que su pecho agitado no aguanto más. Con la velocidad de un rayo sacó de su cintura un cuchillo y comenzó a envolver su brazo izquierdo en su capa; en su pasado había sobrevivido a varias jaurías de lobos, conocía sus técnicas de caza y más aun sabía como responder frente a ellos pero hoy se encontraba en las peores condiciones posibles: débil y ajeno a cualquier luz.

Varias son las supersticiones centradas en la figura del lobo, algunas solo cuentos para asustar niños y alejarlos de los montes y boscajes mientras otras son exageraciones basadas en hechos reales. Garras que cortaban carne con la facilidad de un cuchillo afilado por el mejor herrero, aullido capaz de atacar los corazones débiles y paralizar el cuerpo, y ojos capaces de maldecirte por el resto de tus días. Los lobos de Jund eran, sin lugar a dudas, la especie sobre la cual se podrían haber creado todas estas leyendas y la que mejor esgrimía algunas de estas características.

La espera se hizo silencio, solo silencio y oscuridad alrededor de una triste certeza: los lobos habían olido su sangre y se acercaban en el mayor sigilo. Ante el primer sonido, Benjamin actúo como lo haría cualquier presa y hecho a correr intentando alejarse del peligro. La única manera de sobrevivir era no entablar combate y su único aliado era, irónicamente, el miedo a la muerte; en penumbras corrió, saltó y se arrastró a ciegas hasta dar con un declive que lo hizo rodar nieve abajo. Débil y mareado, el suelo se le escapaba de las manos al intentar ponerse en pie y, como una presa herida, espero su final. Consciente y preparado.
Pero esa noche la muerte tenía otros asuntos que atender y los lobos también.



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Levemente recuperado Benjamin intentó nuevamente incorporarse pero su pierna se encontraba destrozada. Antes que el creciente dolor nublara sus sentidos, ató una parte su abrigo para detener la sangre y le arrojo encima lo poco de wisky que aun conservaba, eso iba a servir por el momento.
Usando el tacto buscó alguna señal que le indicara donde estaba, por la falta de viento y la pared rocosa detrás de él comprendió que había rodado hasta caer dentro de alguna cueva; recordando un crujido al caer comenzó buscar sobre el suelo ,encontrando varias piedras finas y filosas hasta dar con un montón de ramas apiladas y cenizas. Al parecer alguien había armado una fogata… eso significaba que, sin lugar a dudas, no se encontraba solo en lo absoluto...

Cuchillo en mano comenzó a arrastrarse lentamente por el suelo helado, controlando su respiración, con el mayor sigilo posible comenzó a avanzar. Su corazón se detuvo por un momento al golpear lo que parecía ser una pierna, reaccionó buscando el cuello de la persona y depositando el cuchillo allí en forma de amenaza. Pero lo que no esperaba era que la piel de este extraño se encontrara mas fría que la nieve y el viento, rígida como la piedra misma y tensa como si hubiera encontrado el fin lo hubiera encontrado consciente.

La calma desapareció así como el poco calor que conservaba comenzaba a abandonarlo. Su respiración se acelero tanto que estuvo a de desmayarse, el mundo comenzaba a perder sentido hasta que en la desesperación toco algo que le devolvió el alma al cuerpo. Entre las mantas alrededor del cuerpo reconoció mediante el tacto una yesca.

Clink… Clink…Clink… 

¡Fuego!

Utilizando las ramas secas encontraras previamente finalmente obtuvo llamas, luz y, lo más importante, esperanzas. La cueva comenzaba a teñirse de colores rojizos y anaranjados bajo la llama, cuando sus manos y pies estuvieron finalmente calientes , luego de alimentarse de algo de carne seca que llevaba para el camino y arrancar fragmentos de varios minerales de sus manos y piernas, se acerco a corroborar el estado del cadáver que irónicamente le salvo la vida. Él era alto y muy delgado, y, por la expresión de sus ojos oscuros, enfrentó la muerte cara a cara. Benjamin buscó sin éxito entre las ropas del hombre hasta encontrar debajo de él una suerte de manuscrito; estaba escrito con expresiones un tanto antiguas, usadas en su momento por su padre o su abuelo; eso era algo curioso por el estado en que se encontraba el cadáver. Observándolo con atención notó que la degeneración causada por la muerte se encontraba en un estado muy leve, apenas la sangre se había acumulado en los tejidos y no tenia indicio alguno de esos insectos o sabandijas que comúnmente se alimentan de carne muerta; era realmente algo extraño. Volviendo su atención a las notas, Benjamin comenzó a leerlas despacio con el fin de descifrar correctamente la caligrafía.
Todas las cartas estaban dirigidas a un tal “Señor” por un hombre que se hacia llamar “Senescal Reginald Lodesnor” siendo la excepción una escrita por “Ethan de Durn”. Aquí las he ordenado por fecha aunque aun desconozco la relación de éstas con el cuerpo aquí presente.


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Mi señor, debo confesar que finalmente he conseguido atrapar al delincuente que ha robado “el zafiro de los mares” de vuestra nueva esposa. La señora en un principio considero haberla extraviado a los pocos días del casamiento, pero mi ojo observador me ha llevado a considerar el robo debido a la desaparición de varias llaves correspondientes al primer piso.
Hemos revisado las habitaciones de todo el personal y doncellas que le sirven, hallamos la joya entre las plumas de la almohada de un lavacopas. Debe saber que el muchacho tuvo inmediatamente una cita con la horca, así que no hay nada de que preocuparse. Solo me llama la atención sus ultimas palabras: “¡Es un error!”

 Cuando Ud llegue a la bahía de la sirena recibirá esta carta, bien sepa que con la joya la nueva dama ha recobrado finalmente su ánimo jovial el cual había disminuido por su partida hace ya casi treinta lunas. Como contraparte su hermano, el Barón Luther de Durn aun no ha vuelto, días después de su partida a desaparecido sin previo aviso.
No lo molesto mas, mi Señor, tenga por seguro que tendremos todo preparado para celebrar su vuelta a casa.


*


Mi señor, graves noticias. Su esposa ha fallecido tras casi seis días de padecer una fiebre que la ha consumido. El dolor es grande entre sus hijos, en especial la pequeña Elizabeth que no se ha alejado del cuerpo desde el alba. Ahora mismo bajo las órdenes del joven Ethan, ante el miedo de una epidemia, ha pedido explícitamente que luego de la ceremonia el cadáver sea cremado. Se que el joven amo no quería demasiado a la señora, sus continuas discusiones y ciertos roces generaron una larga enemistad entre ambos de la cual desconozco su origen, pero no podemos ignorar la amenaza que sería para su familia y su gente una epidemia en este momento. En el peor de los escenarios los únicos a salvo serian Ud y el Barón Luther de Durn que aun no han regresado.
Lo espero con ansias, imagino que la vuelta se vio postergado por algún imprevisto que espero no sea de consideración. Mi voluntad esta con Ud hoy y siempre, en especial en estos días grises.


*


Tragedia mi señor, su hija Elizabeth se encuentra enferma. Padece el tercer día de una gran fiebre y por los indicios en su piel puedo afirmar que padece lo mismo que la difunta dama. Asumo que el tiempo que pasó velando a la antigua señora fue suficiente para ser atacada por la enfermedad. Mientras el  boticario esta haciendo todo lo posible,  el joven Ethan ha partido hace dos días en busca de la anciana en la montaña de fuego, dijo que allí encontraría respuestas pero no ha vuelto aun. ¡Oh señor! Que la desgracia se aleje de nuestra puerta, su familia ha sufrido mucho para permitir la perdida de otro ser querido. Debería ver en este momento a su hija, tan tranquila durmiendo abrazada al zafiro, teme olvidarse de la antigua dama; tan cordial y amable aun en este momento tan critico.
Rezare día y noche por su inmediato regreso y la salud de sus hijos, los cuales quiero como si fueran míos.


*


Temo darle la peor de las noticias, han pasado varias lunas desde que Elizabeth ha muerto y ahora el joven Ethan se encuentra manchado por esta enfermedad a la cual llamamos “Viento helado” por que apaga la vida como si una llama fuera. El joven ha cabalgado varios días en estado de enfermedad antes de llegar al castillo, se niega que nadie ponga un pie en su habitación argumentando lo contagioso de la enfermedad luego de saber que el boticario compartió el mismo destino que Elizabeth. Ethan se ha pasado día y noche frente a la ventana acompañado solo por la llama de una vela, una pluma y papel de por medio; no creo que haya parado de escribir en estos días.
Señor, tenemos miedo.


*


Padre, Tengo que contarte la verdad y será por medio de esta carta ya que para cuando estés de vuelta yo no me encontrare aquí con vida. He cabalgado junto a los más valerosos y fieles de nuestros hombres hasta la extenuación para poder salvar a mi hermana, el destino fue la montaña de fuego. Si alguien podía detener esta enfermedad, sin duda seria la anciana; tras pasar por el viejo bosque de Jund llegamos finalmente a nuestro destino. Caminamos cuesta arriba hasta llegar a la cueva.

-          Anciana de la montaña, hija de las llamas y señora del tiempo. Te presento mis respetos. Soy Ethan de Durn y vengo humilde a pedir ayuda, mi familia muere y el asesino no posee cuerpo que ajusticiar.

Pero la única respuesta fue el eco de mis palabras, juro que grite hasta que mi voz flaqueo y solo entonces me adentré solo a la cueva. Tras caminar un largo trecho acompañado por una antorcha y luego de girar sobre varias esquinas de ese angosto pasaje llegué a una depresión natural donde el calor comenzó a aumentar mientras el aire parecía escasear. Mi resolución no había disminuido, no volvería al castillo hasta no conocer a la anciana, lamentablemente en el estado que la encontré seria imposible obtener respuesta alguna. Yacía en una recamara sobre varios cristales azulmarinos que crecían naturalmente a los costados de la cueva, tenia la garganta cortada de lado a lado. Pobre mujer.
Cuando me disponía a volver noté algo que llamó bastante mi atención. En esa cueva crecían unos minerales azulados similares a los utilizados para crear el zafiro de los mares, la joya que fue regalada a mi madrastra pocos días después de la boda. Entonces todo tomó forma. El Barón Luther fue quien le regalo esa joya a tu difunta esposa, la joya se encontraba junto a ella y a Elizabeth hasta que encontraron la muerte, el cristal azul se encontraba junto a la anciana y seguramente el cristal es la causa de mi enfermedad actual. Solo hay dos preguntas,
¿Si la anciana vivió toda su vida allí, por que no la afectó?
Y ¿Dónde se encontrara el Barón Luther, mi nefasto Tío? Estoy seguro que al menos para esta última encontrare respuesta, una respuesta manchada con su sangre…
Mañana mi informante volverá con su ubicación y saldré a cazarlo, donde quiera que este.


*


¡Que terror! ¡La mayor de las traiciones!, No encuentro palabras para describir mi hallazgo. Mi señor, su hermano es un traidor. Y digo esto con todo fundamento y tengo pruebas que lo avalan. ¡He enviado varias cartas dirigidas a Ud para informarle las tragedias que se han cernido sobre su familia y nunca llegaron a sus manos por que las tengo todas aquí conmigo! Y no es por error ni omisión, no hubo descuido aquí sino que las cartas dirigidas a su nombre eran llevadas a la habitación del Barón Luther por órdenes de él mediante un acuerdo a los heraldos, un acuerdo a vuestras espaldas. He entrado a su habitación, la cual se mantiene casi vacía  ya que él no hay vuelto aun, y me he encontrado con estas cartas mientras buscaba el libro de Durn entre su biblioteca. Esperaba encontrar una precedente de esta enfermedad, el “Viento helado”, en la historia de la región pero en su lugar encuentro todas estas cartas y notas. No solo mías sino decenas de otras redactadas por la familia. Y la mas preocupante, una escrita como el Ethan donde cuenta su viaje a la montaña y descubre el culpable. Ahora no dudo sobre quien esta detrás de esto. Esta carta estará conmigo en caso de que algo suceda, esperemos que no; mientras tanto iré e busca del joven el cual ha desaparecido rumbo al sur.


*


Esta será mi última carta, me encuentro en una desconocida cueva de Jund condenado a la muerte. Hace dos días que vengo huyendo de los soldados del Barón Luther luego de encontrar el paradero del joven Ethan quien había desaparecido hacia unas noches. Me disculpo si soy muy desordenado con los hechos pero no tengo mucho tiempo. Tras varios días iniciada mi búsqueda finalmente encontré al joven Ethan, se encontraba descansando sobre la orilla de un río, la vida se escapaba de sus manos cuando comenzó a contarme…

“Encontré a mi tío, el barón de Luther esta mañana. Se estaba escondiendo en una cabaña bajo el cuidado de varios hombres de la familia, al llegar a él me encontré a un ser completamente desconocido. Su piel estaba derretida como la cera de una vela gastada y las cuencas de sus ojos estaban casi perdidas dejando las pupilas completamente ocultas. Juro que dude un instante, hasta que comenzó a hablar. Largó una carcajada que pareció como un grito, una vez calmado me confeso la verdad. Él asesinó a la anciana para obtener la joya, el  zafiro de los mares, el cual entregó a la esposa de mi padre, si todo salía bien ese mineral venenoso asesinaría a todos y lo dejaría como regente de Durn. Pero a los pocos días notó que la bruja, antes de morir y con sus ultimas fuerzas, lo maldijo. “Tu alma será reflejada por tu carne” susurró  y bajo esas palabras comenzó a perder la piel, pelo y volverse un monstruo; debido a ello no  pensó en volverla castillo hasta recuperar su antigua forma. Cuando le pregunte el  por qué la bruja no padecía la enfermedad él me respondió que creía que el calor anulaba el efecto del veneno. Luego de ellos discutimos y peleamos, las cosas se complicaron y llamó a sus hombres. Apenas pude escapar y llegar a este río donde las fuerzas me abandonaron. Escúchame y escúchame bien, Reginald Lodesnor, en este pañuelo esta el zafiro de los mares. Necesito que te deshagas de él, para que no dañe a nadie mas llévala a un lugar donde nadie la encuentre jamás. Donde no pueda tomar otra vida.

Juré guardarla y llevarla conmigo cuando aparecieron los hombres del Barón Luther y escape sin más. Cabalgue durante largo tiempo, sin destino más que escapar de ellos cuando la noche me encontró; dirigí a mi caballo para que huya en dirección contraria y me adentre a pie a esta cueva. Antes de ingresar agarre unas cuantas ramas para poder mantener el calor durante la noche, mientras me habría paso y debido a la falta de luz y mi torpeza, sin querer golpie fuertemente la pared con la mala suerte de dañar la joya. Ésta, juro que era más delicada de lo que parecía, se partió en varios fragmentos que cortaron mi piel. En ese momento me di cuenta que estaba condenado, a menos que pueda mantenerme cerca del calor (como bien había sobrevivido la bruja al contacto con los cristales durante largos años) así que utilice la yesca para iniciar un fuego y mantenerme aquí el tiempo que pueda…

Y así estoy ahora, rodeado por más sombra que luz. El frío comienza a acelerar mi partida, mi alma comienza a flaquear junto a la llama… y cuando esta se extinga mi vida lo hará también.
Espero al menos cumplir mi promesa y que nadie jamás vuelva a encontrar esta joya…


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Benjamin quedó completamente estupefacto ante la historia, no solo por su contenido y poder sino por que recordó esas pequeñas piedras filosas con las que se había cortado mientras avanzaba por la cueva a ciegas, estas tenían un color particular. ¡Un color Azulado!


Ya era muy tarde para él, horas habían pasado y comenzaba a sentir la fiebre surgir. El fuego se acababa y con él se iría también su vida. Y ante esta situación solo habia una cosa por hacer...




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domingo, 16 de diciembre de 2012

Retazos desde el otro lado

El foso, Día 54

Un aroma dulce y embriagante comenzó a alejar del mundo de los sueño al pobre noble devenido en nadie. Este, medio despierto, se encontró automáticamente bebiendo de un vaso sin darse cuenta, ese liquido no solo calmaba su sed sino le brindaba un placer completamente negado hacia largo tiempo. Sin duda era vino la sustancia que se deslizaba por sus labios, brindándole calor a su cuerpo y energía a su espíritu. Cuando el líquido ceso de fluir, Thomas finalmente abrió los ojos encontrando frente a él a un rollizo caballero de ropas tan exóticas como coloridas, dueño de un gentil rostro. Este le brindo un sincero saludo y comenzó a alejarse rápidamente. El pobre Thomas se sentía sumido como en una ilusión, parcialmente adormecido y sorprendido por lo etéreo e irreal de la escena; tanto que le costaba reaccionar, generar palabra alguna, escapar de ese estupor. A fuerza de voluntad logro formar un “¡Alto!” antes que el ser desapareciera del lugar pero no fue suficiente para detenerlo ni para mantenerlo en la realidad.
Sobre la tarde nuevamente la realidad lo atrapó con el cantar de una pequeña ave sobre uno de los muros, esta picaba las paredes desde el exterior generando un ritmo que se mezclaba con su tonada de manera casi musical. El joven lockward desperezó su cuerpo encontrando, para su sorpresa, que ahora no solo tenía su pierna liberada sino también uno de sus brazos, atónito lo movió de un lado a otro sintiendo la libertad sobre él; si esto siguiera así era cuestión de tiempo para que ese extraño sujeto lo libere por completo, solo cuestión de paciencia pero ¿Seria él un aliado en verdad? Al parecer solo el tiempo respondería esa pregunta.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Retazos desde el otro lado


El foso, Día 25

Para el pobre Thomas no podía haber dolor mas grande que el de poseer una mente libre atrapada en un cuerpo cautivo; él, quien había sido arrastrado a la fuerza de su pasado como jefe de la familia Lockward, había aceptado finalmente su papel de prisionero y con ello varias cosas comenzaron a cambiar. No solo sentía el cambio en su cuerpo, el cual comenzaba a prescindir de los banquetes del ayer para adaptarse a las escasas condiciones alimenticias actuales, sino también en su mente y sus sentidos. La vista y el oído se habían vuelto mucho más agudos en poco tiempo, semanas a la sombra lograron que pudiera distinguir claramente diferentes tonos de sombras así como los eternos momentos de soledad ayudaron a poder distinguir sonidos hasta los mas leves sonidos y estimar casi con exactitud de donde provenía cada uno. Claramente esta adaptación era completamente negativa, ya que podrían servir en caso de encontrar la salida de ese maldito lugar, pero mientras tanto no podía más que seguir atento y expectante.

Hacia una semana que llovía en el exterior, en ese mundo tan alejado y tan cerca que siempre, que de alguna manera siempre encontraba la forma de recordarle que estaba allí. La humedad del aire ayudó a curar su piel herida y seca, al tiempo que las goteras de su celda compensaban, por momentos, la falta de bebida; más allá de eso, aquellos días fueron una bendición para el prisionero ya que por alguna razón, bajo el ruido de la tormenta y la lluvia, Thomas podía conciliar el sueño. En ese estado no encontraba sombras ni miedos sino solo el más puro de los descansos, fue allí que ante tal miseria, debilidad y abandono comenzó a construirse a si mismo, a sentirse más fuerte. Su voluntad se forjaba cada día, su delgado cuerpo comenzaba recuperar algo de vigor y energía al tiempo que su astucia crecía junto con uno de sus sentidos.

Como era de esperar la época de tormentas finalizó dando la bienvenida a varios días soleados tan despejados que traían consigo suficiente luz como para compartirla con Frulghod, la prisión olvidada por la humanidad. Este nueva etapa inicio con un curioso descubrimiento que altero la monótona vida del recluso, gracias la nueva claridad comenzó a distinguir algo sobre una de las paredes; pese a que en un principio le quito importancia confundiéndolo por simples rajaduras entre los ladrillos un segundo vistazo le trajo por seguro que se encontraba ante un mensaje grabado en el muro por alguna persona, seguramente quien anteriormente ocupo la celda. Estirando su cuerpo hasta más no poder y luego de varios intentos comenzó a interpretar las palabras, al parecer el mensaje predicaba “Un suspiro puede contener infinidad de momentos”. Esa extraña frase que lo dejó pensando el resto del día y la había robado varias horas de sueño, sin duda era verdad su contenido pero ¿Existía la posibilidad que significara algo mas?

Aquella madrugada el joven Thomas se vio interrumpido de su sueño por un sonido tintineante proveniente de las escaleras. Al cabo de unos momentos, ingreso a la habitación uno de los guardias; ese que a cambio silencio para reencontrar algo de sueño le traía algo de comer y beber. Al ingresar al lugar se detuvo un momento, y al notar que el recluso se encontraba despierto se disculpo entre murmullos hasta dar con su alejado  rincón, no pasó mucho tiempo hasta que la brisa de la noche les devolviera el sueño a ambos. El amanecer había llegado una vez mas y como era habitual trajo consigo el despertar. Thomas había tardado en abrir los ojos, para entonces el guardia se había puesto de pie sacudiendo de sus ropas el polvo del piso.

-“¿Puedes creerlo? Este polvo se agarra con tal fuerza que no se quita fácilmente. Mi esposa se queja cada vez que le llevo la ropa del trabajo, dice que tiene que dejarla toda una tarde en el río para que se despegue el polvillo.”-

El prisionero se mantuvo en silencio, no había mucho que decir ni agregar. Pero su había algo que merecía su atención clavando su mirada sobre la ropa del hombre, ese polvillo se encontraba en toda su celda y habitación, y seguramente en toda la prisión. ¿Entonces como era posible de que el hombre se quejara solo cuando dormía en el piso de allí, si había llegado hasta allí bastante pulcro? A esa pregunta se le sumaba el hecho de que en todo este tiempo nunca llegó a escuchar voz alguna proveniente de los pisos superiores. Teniendo en cuenta esto, Thomas realizo una extraña jugada que le brindo algo de información adicional sobre el lugar respondiéndole:

-“Sin embargo no hay mucho trabajo aquí arriba al parecer…”- le comentó al guardia restándole importancia

-“¿Y eso a que viene?”- Preguntó intrigado

-“No tienes que subir a menudo aquí, sin contar que nunca escuche nadie subir las escaleras al piso superior a este. Podría apostarte mi próxima cena a que no solo no hay prisioneros en los pisos siguientes sino que sino que debo ser el único en este condenado lugar”-

Ambas miradas se cruzaron, casi sacándose chispas luchando para no ceder ante el otro. No duró mucho hasta que el soldado comenzó a reír y respondió

- “Amigo, temo decirte que has perdido tu comida del día. En lo primero tenias razón pero tú confianza te traicionó, aunque has fallado por poco. Y yo que te pensaba traer algo de cordero y vino, tu te lo pierdes.”- Y se alejo esbozando una sonrisa burlona.

Thomas estaba aun mas intrigado, con un poco de sutileza había conseguido valiosa información sobre el lugar aunque se preguntaba que más había por saber de allí. Tenia una extraña sensación de que no importaba cuantos años pasar allí, detrás de esos derruidos pisos y paredes siempre encontraría algo por descubrir.

domingo, 28 de octubre de 2012

La Ciudad de los Ángeles Caídos: Capitulo 3

 La llamada de la noche: Caminos que se cruzan

Sangre y lluvia, ambas estaban destinadas inevitablemente a encontrarse bajo la miseria de la metrópolis. Donde las callen se pierden y el hollín corrompe el aire caen oscuras mezclando pureza con corrupción, anhelo con desesperanza. Cruel dualismo que irónicamente calma la sed de algunos y ahoga la garganta de otros.

Mientras en la planta baja las sombras de lo incierto posaban su pesado manto sobre sucedido, en el 5to piso Annie golpeaba con furia la puerta, esa misma que Gordon había cerrado con llave minutos antes de marcharse y que ahora la separaba de los desconocido. Ella realmente no entendía, desde el momento en que Gordon se alejo comenzó a sentir una horrible sensación de intranquilidad; tenía el presentimiento, mas bien la certeza, de que abajo se encontraba un gran peligro y sin embargo no podía pensar otra cosa que correr hacia él.

Sin otra llave de repuesto en todo el departamento no podía más que intentar forzar la puerta, golpear con fuerza y gritar por ayuda, lamentablemente para ella nunca llegaría nadie en su auxilio ya que la gente cuerda había abandonado el edificio hace largo tiempo. Desde que ese pobre niño muriera aplastado por una loza desprendida gran parte de los inquilinos fueron reubicados en zonas iguales o peores mientras que solo permanecieron allí algunas prostitutas y quienes se ganaban la vida en negocios más turbios (y estos últimos jamás responden a un grito o llamado).

Los minutos se perdían entre intentos, golpes y gritos de desesperación; la puerta no respondía a sus demandas manteniéndose firmemente cerrada por más esfuerzo que realizara. Golpe tras golpe los ojos de Annie se llenaban más y más de lágrimas hasta desbordar cual río en una noche tormentosa. Ahora se encontraba arrodillada bajo el peso del cansancio y con la cara escondida entre sus brazos, el rimel había teñido sus lágrimas de negro dejando su rostro lleno de oscuros surcos. Pero su cara no era la única manchada de oscuridad, sombras del pasado habían renacido tomado control sobre su mente inundándola de recuerdos lejanos y casi olvidados, asfixiándola cada momento con escenas del pasado. Casi como una película se le presentó  primero la partida de su padre, luego la muerte de su madre y por ultimo la completa soledad de sus primeros días en la ciudad. Lo curioso es que en ninguno de esos dolorosos momentos del pasado ella había cedido ante las lágrimas, no recordaba la última vez que había sentido esa calida humedad sobre sus mejillas.
“Anna Smith, se fuerte una voz se repetía cual eco dentro de su cabeza, ella siempre fue una mujer dura, no dejaba que los golpes lastimaran su alma sino que dañaban solo su cuerpo y como bien sabia, las heridas físicas curan con el tiempo. Pero en este momento había recibido un golpe mucho mas profundo, uno que paso inadvertido y quebró su alma en pedazos.

Es curioso como las personas se dan cuenta el valor de las cosas cuando las pierden, fue recién allí, bajo la angustia absoluta, que la pobre mujer pudo ver a James Gordon Brown no como ese ser estupido, gordo y torpe que pagaba por sus servicios sino como ese hombre atento, tierno y bueno que le todo su brindaba cariño y atención. Y lo peor fue que ya era tarde, ella lo había dejado escapar de su vida y no había hecho absolutamente nada para detenerlo.

Lagrimas y silencio, llanto, lluvia y arrepentimiento bajo una brisa profunda.
Un leve viento se había levantado, haciendo bailar las cortinas y congelando su cuerpo, con desgano Anna se levanto a cerrar la ventana cuando notó que extrañamente esta había permanecido todo el día, y hasta ese momento, cerrada…

-“Muévete y te rebanare la garganta, intenta gritar y juro que harás gárgaras con tu sangre antes de ahogarte en ella, ¿Entendido?”- De un segundo al otro el cuello de Anna se encontró con un cuchillo afilado y con una voz más filosa aun que, amenazante y segura, la paralizo al instante. No era la primera vez que Anna se encontraba en una situación así, conocía el procedimiento; sabia que lo más importante, si quería conservar su vida, era mantener la calma. Asintió con cuidado y esperó a las demandas de su atacante.

-“¿Dime donde se encuentra Gordon Brown?”- preguntó claramente  una voz femenina, el corazón de Anna dio un vuelco; la mujer detrás suyo había llegado “quien sabe como” a su departamento, ¡en un quinto piso a través de su ventana!, solo para encontrar a Gordie y seguramente no con buenas intenciones. No podía decirle, simplemente no podía.

-“No…. No te lo diré…”- Y sacando ese poco de valentía que uno guarda toda su vida para un momento decisivo, tomó con fuerza la mano que mantenía un cuchillo sobre su garganta y agrego -“¡Mátame si quieres, pero no dejare que tomes la vida de Gordie!”-

Lluvia y silencio, solo lluvia y silencio. Para sorpresa de Anna la presión de su cuello cedió junto con el arma, dejándola tomar algo de aire y reponerse de su golpe de valor. Ya entera dio media vuelta para encontrarse con una mujer de fríos ojos, capaces de congelar a una persona con solo dedicarle la mirada correcta. Mezclaba de manera perfecta ese fiero mirar con un pálido y delicado rostro, dándole le aspecto tanto de lobo como de cordero; diciendo así:

-“Hay muchas personas que están tras Gordon Brown y no dudaran en tomar su vida. Para su fortuna yo solo estoy interesada en los documentos que lleva, así que si te interesa volverlo a ver con vida será mejor que dejes de perder mi tiempo y me digas donde está antes que alguien más lo encuentre. ¿Entendido?”- dijo guardando el cuchillo en su cintura mientras tomaba una toalla del baño para secar sus ropas y su rubio cabello- “Y no me hagas perder el tiempo, no puedo gastarlo en convencerte. Si lo quieres vivo, habla ahora”-

Por alguna razón Anna no dudaba de la honestidad de su interlocutora, no por que no la creía capaz de matar a Gordie sino por todo lo contrario. Ella sentía que la mujer enfrente seria capaz de asesinar a toda una familia si fuera necesario, pero había algo en ella que le decía que no lo haría de buen gusto y a menos que fuera absolutamente necesario, así la joven pelirroja decidió dejarse llevar por intuición femenina.

-“Gordie… recibió un llamado hace varios minutos, estaba muy nervioso, luego de cortar se despidió y salio del departamento cerrando la puerta con llave detrás de él” señalo acongojada, como si comenzara a revivir el momento una vez. Fue así que con dolor y angustia agregó –“Tu… una vez que obtengas lo que buscas… ¡por favor, devuélvemelo con vida!”

Aléïn era una asesina bastante particular, mas allá de sus excelentes habilidades poseía un código moral que,  aunque a veces le traía varios problemas, le ayudaba a mantener algo de su humanidad. Para las personas que desde niño aprendieron que la vida no es más que una moneda de cambio se le es hace difícil mezclarse con el rebaño, confundirse con la gente gris que habita el mundo, esa que tiene problemas mundanos, emociones a flor de piel y seres a las que cuidar; siendo justamente eso es los que los crea como individuo y persona,  y mas importante  lo que les permite interactuar con sus pares. Cuando estos observan a alguien como Aléïn sienten instintivamente que algo anda mal, a veces lo sienten como si una pequeña voz les gritara “¡huye!”, otras veces se paralizan como si se encontrara súbitamente ante un depredador. Por ello, los que realmente caminan el camino de la sangre saben cuan importante es mezclarse, pasar desapercibido, conservar un lado humano; eso hace que los asesinos realmente hábiles sean personas únicas, a veces mas morales que el medico que trabaja en un lujoso hospital o el policía que sale a patrullar las calles.
En este caso, Aléïn Viridar, alias el cuervo sangriento, mantenía código la obligaba a nunca tomar la vida de un niño y a la vez trataba de no tomar la vida de quienes no sean su objetivo, no solo por que no se sentía bien sino para mantener su bestia encerrada, alejada de su exterior. Por ello Anna se sintió aliviada cuando escucho -“Lo intentaré” por parte de la extraña frente a ella, era mucho más de lo que podía pedir.

Rápidamente Aléïn se acercó a la puerta e intentó abrirla pero escuchó algo proveniente de la calle que le hizo cambiar de opinión, un auto había acelerado rápidamente alejándose de allí; no podía perder mas tiempo y forzar cerraduras no era su fuerte, así pensándolo mejor decidió salir del departamento de la misma manera que entró, a través de la ventana. Una vez allí, utilizando la soga por la cual anteriormente se deslizó desde el edificio abandonado de enfrente a la escalera de incendio del 5to piso donde ahora estaba parada, de un tirón recuperó el gancho y lo arrojó atado a la soga a una tubería enfrente cerca del suelo. Una vez firme, con elegancia y sigilo se deslizó terminando así su descenso en un callejón entremedio; las agujas seguían corriendo, avanzó rápidamente hasta la entrada del edificio, sin duda de allí había provenido tanto el ruido del vehiculo alejándose como el que forzó a Gordon a abandonar el departamento.
La puerta de entrada había sido rota en pedazos y los vidrios se habían esparcidos por el suelo cual alfombra de bienvenida; parecía que no había rastros de nadie en ese momento, pero había indicios de que varias personas habían estado allí hace no mucho tiempo. Los fragmentos de cristal más delgados y finos mostraban que alguien había ingresado y las pequeñas gotas de sangre que terminaban en una gruesa mancha sobre el costado de las escaleras le hacían pensar que alguien allí había sido herido y fue arrastrado lejos del edificio, allí en un rincón dio con unos gruesos lentes; estos eran anticuados y se habían roto recientemente,  pero lo que realmente interesaba es que sobre su cristal estaba con escrito con lápiz de labio un numero de teléfono.

Ella conocía lo que significaba aquello, no solo que había perdido a Gordon sino que si había alguna manera de recuperar algo de información era intercambiando su vida con la de él, no tenia mas opción que jugar el juego. Extrajo de su bolsillo el celular e hizo esa llamada que tanto quería evitar. 


-“Hola mi querido cuervo, hacia tiempo que no hablábamos. Sé por buenas fuentes que me estas buscando, ¿me extrañas?”-  Esa voz, irónica y soberbia, el núcleo de su odio y deseo de venganza, el hombre que había tomado control de su vida años atrás y a la razón de haber vuelvo a la Ciudad de los Ángeles perdidos. Demian estaba al otro lado del teléfono, ex amante, actual líder de operaciones de Militia y por sobre todas las cosas, su hermanastro.
                 
- “Perro inmundo, no tengo palabras para describir lo que haré cuando te encuentre pedazo de bastardo. Por la memoria de mi padre y hermanos te devolveré todo el dolor que les causaste, cada vida arrebataste…” pero fue rápidamente interrumpida

-“Disculpa pero te pones muy sentimental al respecto y no tengo tanta paciencia, ahora que lo mencionas, ¿Sabes cuales fueron las ultimas palabras del nuestro padre? se encontraba en el suelo, convulsionante y en shock, y aun así encontró la fuerza para preguntarme con su ultimo aliento ¿Por que? .Él sabia que siempre lo odie, pero nunca imagine que fuera tan idiota como para preguntarme algo así. En fin, me canse de hablar contigo, Selene atiéndela por favor, no puedo razonar con ella.”

-“Aléïn Viridar, voy a ir directo al grano. Tenemos a Gordon Brown y es solo cuestión de tiempo para que averigüemos lo que él sabe, ahora comienza una carrera contra el tiempo. ¿Podrás recuperarlo antes que nos deje de ser útil?  Tic tac, el tiempo corre”-

Este era el momento, por esto había llegado a la ciudad y por ella había recurrido al exilio los últimos años. Era tiempo de probarse a si misma, tiempo de retribución y venganza; pero si quería aumentar sus chances de victoria iba a necesitar ayuda, toda la que pudiera conseguir.