sábado, 1 de octubre de 2011

Redescubrir


Me senti caer en un abismo denso y profundo, mis brazos pesados como yunques acompañaban este cuerpo inmóvil haciéndolo girar y voltear en el aire de infinitas maneras. En ese abismo no había fondo ni suelo que amenazara mi caída pero aun así en mi corazón podía sentir un peligro crecer mas y mas a medida que ganaba profundidad, llegado el momento la oscuridad engulló la realidad misma hasta llegar a un fin, pero para mi sorpresa el vibrar de una nota detuvo la caída. Parecía como si del mismo sonido se desprendieran pequeñas luces olvidándose en la negrura infinita; pero estaba lejos de volver, allí fue cuando la presión del universo aplasto mi cuerpo y luego de esa contracción…

Hace dos días que desperté, o más bien que olvidé; me es difícil saber cual de las dos cosas sucedió primero o cual después pero, aunque mi cabeza era y sigue siendo un revuelo, puedo asegurar algo: mi sueño no fue nada para nada corriente. Poco puedo decir sobre él, solo se que sucedió, que implico un gran cambio y que aquí estoy perdido y desorientado. Se sintió como si por mutuo acuerdo el mundo se hubiera olvidado de mí, yo de él, hoy soy como un extraño para mi mismo.


Mi primer recuerdo es de hace unos días cuando desperté bañado en pequeños botones de luz que se filtraban entre las hojas, a simple vista parecía encontrarme debajo de un gran árbol en lo profundo de un bosque. Pequeñas ranuras de luz escapaban a través de esa arboleda frondosa esquivando sus coloridos frutos, solo se llegaba a oír las ramas bailando al son del viento y el agua de un rió no muy lejos. Al incorporarme me di cuenta que mi mano agarraba una delgada cuerda de origen desconocido, parecía sana y era similar a la un laúd o talvez una guitarra, sin mas la ate a mi muñeca y seguí explorando mi entorno.


Aun me encontraba algo aturdido y perdido, en ese momento no pensé demasiado; solo quería caminar un poco, así me deje llevar por ese fantástico ambiente. Esquivando ágilmente las ramas y moviéndome entre las raíces para no generar ruido alguno, extendí mi caminata lo suficiente como para notar con curiosidad que ningún animal habitaba en ese lugar; ese detalle me llevo a continuar avanzando hasta toparme con una pequeña y cristalina laguna que se formaba por un afluyente en unas montañas lejanas. Curioso me acerque hasta la orilla y allí frente al agua clara un tímido reflejo me reencontró conmigo mismo.


El ser reflejado era de cabello oscuro y largo hasta el cuello, rostro gallardo y buen porte. La apariencia era la de un hombre llegando a su adultes, esa época cuando las marcas de la juventud comenzaban a mezclarse en armonía con los rasgos ineludibles de la segunda veintena de la vida; mientras las pupilas compartían el color con las hojas mas claras del otoño su mirar era más bien fresco y calido como una mañana de primavera, en cuanto a sus ropas parecían mezclarse con el tono oscuro de la hierva solo resaltando, debajo del chaleco, una camisola blanca como las nubes.


Ese desconocido era yo al parecer, extrañado de mi mismo me observe por un largo rato en el lecho del rió pero nada retorno a mi mente; de mirarme note algo sobre mi cintura, a uno de los lados encontré una cantimplora completamente vacía y del otro al parecer había una vaina enganchada al cinto, la cual me llamo poderosamente la atención ya que no guardaba ningún arma en ella. Curioso por el descubrimiento y extrañado por cuanto mas podía revelar sobre mi mismo impulsivamente remangue parte de mis mangas y me encontré con heridas recientes junto con otras de tiempos más antiguos ya cicatrizadas, que como surcos marcaban un camino sobre mi cuerpo. Siguiéndolas llegue hasta mi pecho donde aguardaba una horrible marca cerca del corazón, en ese momento recuerdos ajeno brotaron dolorosamente de esas viejas heridas rememorando el calor de mi sangre, sentí revivir el pasado en cada contacto con el látigo. Pantallazos de sufrimiento y violencia bombardearon mi mente de manera súbita llevándome al suelo ante la fuerza de tal tormento, mi rostro quedo frente a frente con el del hombre en el fondo del río, ese extraño no podía ser yo, esas memorias no eran mías, ¡No podían serlo!. Con mis últimas fuerzas alcance una piedra y la arroje al río para destruir ese maldito reflejo antes de desvanecerme en el suelo.


Creo que desperté la tarde siguiente, el cielo vestía completamente de celeste de no ser por unas pequeñas manchas blancas que se reflejaban claramente en mis desorientados ojos abiertos; me encontré misteriosamente recostado boca arriba sobre un cómodo colchón de tierna hierba. Apenas recordaba lo sucedido y ante el riesgo de otro ataque repentino intente mantener en calma mi mente, tal vez así mi abrumada cabeza comenzaría a escupir algunas respuestas a tantas preguntas que me agobiaban. Esperé y esperé por largo tiempo una pista, ya sea interna o externa pero solo obtuve una amarga sensación de vació; como respondiendo a mis exigencias el viento había hecho acto de presencia empezando a acariciar levemente mi rostro cual madre mientras las hojas comenzaron a susurrar cruelmente sonidos que rememoraban momentos de dolor en mi corazón; perplejo, desorientado e impotente ante tal insoportable melancolía clavé un profundo alarido al cielo mientras hundía con odio y furia la cabeza entre mis manos.


Esa horrible sensación pareció extenderse eternamente hasta que la llegada de la noche, la dama blanca, quien majestuosa hizo acto de presencia en el firmamento, comenzó a borrar levemente ese horrible sentimiento con su sola visión; recién en ese momento me di cuenta lo débil que me sentía, parecía haber pasado años desde que probé bocado alguno. Ya de pie me acerque a aquel primer árbol y luego de varios intentos robe unas cuantas suculentas manzanas, cerca del río llene la olvidada cantimplora y accedí a comer tranquilamente. Allí, pese a que la luna me acompañaba cercana en el fondo del rió, no me sentía del todo cómodo, tenia esa extraña sensación de no encontrarme solo en ese mágico y extraño lugar; algo sin duda me observaba.

La noche comenzó a cambiar de un momento a otro, una tormenta avanzaba devorando parte cielo y absorbiendo la luz restante, el río que corría calmo y parejo hasta entonces se había exaltado de pronto volviendo su curso impredecible y peligroso. Mi corazón se detuvo por un segundo esperando esa inevitable sorpresa que lo haría acelerar al máximo, pero nunca llego. Tal cambio fue lento pero constante, la negrura acechaba detrás de cada sombra esperando un error, esperando una reacción; yo mientras inmóvil, expectante pero calmo, aferrado a esa vaina vacía en mi cintura esperaba el más mínimo indicio real de peligro. La maldad se presento finalmente en forma de depredador, oscuros lobos de grueso pelaje y ojos innaturalmente índigos surgieron de cada matorral y escondite posible aullando y gruñendo; lo único que pude hacer en ese momento fue temblar de miedo y retroceder lentamente hasta terminar acorralado contra el lecho del río, cuando llegué a la conclusión de que no tenia salida ni escapatoria una de las bestias cargó contra mi empujándome contra las salvaje aguas donde fui ahogado y arrastrado.

Para cuando abrí mis ojos me encontraba en otro lugar, estaba flotando en un mar celeste lleno de nada a la espera de nadie. No estoy seguro si era mi cuerpo el que me contenía o si mi alma se había liberado finalmente pero antes de tener el tiempo suficiente para reflexionar me encontré en un lugar diferente. Ahora estaba parado sobre tierra firme en un escenario desolado, parecía una especie meseta enorme y desértica; no importa cuanto busque alrededor, todo parecía lo mismo: un lejano horizonte y un largo camino hacia él. Conciente de lo que me había sucedido previamente comprobé mi estado, al parecer que no tenia ningún tipo de herida en mi cuerpo encontrándome completamente sano y seco. Más confundido que nunca, ignorando si me encontraba realmente vivo o si avanzar era una buena opción, estaba arto de no entender, de no saber y de no poder. A fuerza de odio y rencor comencé a correr hacia quien sabe donde, el viento sobre mi rostro me lastimaba los ojos pero no importaba, las piernas comenzaron a doler pero las ignoraba, el aire me empezó a faltar pero seguí adelante hasta mas no poder.

Cuando mi cuerpo dijo finalmente basta me detuve al parecer estaba en el mismo lugar pero era diferente, había un especie de cruce de caminos en medio de la nada; extrañado me acerque a ver si se podía leer algo en la madera pero las palabras fueron perdidas por el desgaste de la tierra y el viento hace ya mucho tiempo. Me quede un tiempo observando hacia donde podían indicar las dos direcciones, una al parecer llevaba hacia un lugar un poco mas oscuro y tormentoso el cual no pude evitar relacionarlo con el misterioso bosque donde aparecí hace un tiempo, mientras que el otro camino me dirigía hacia un lugar mas calmo y lleno de luz. Sin duda comencé a caminar hacia este ultimo destino, hacia allí por cada paso que daba me hacia sentir mas seguro, aparecía una especie de nostalgia que me acercaba a los seres queridos de mi antigua vida, me dirigía hacia una salida, a la realidad; pero también aparecían otros sentimientos mas oscuros como la amenaza de un profundo vació interior, no por falta de identidad sino, ante el riesgo de recuperarla. Por un momento fui uno mas del montón, volví a ser un número, un oficio, un simple hombre. Empecé a recuperar una parte de mi que no estaba seguro de querer recordar, ¿Acaso era solo eso? ¿Una unidad incapaz de disociar? Supe que seguir caminando solo me llevaría a la realidad, llena de dulces y amargo recuerdos como era , entonces ¿Por qué no me encuentro más en ella?. Una pequeña vocecilla en mi mente me decía que volver no haría cambiar las cosas, en este lugar se encontraba mi única chance de recuperar algo único, olvidado y perdido dentro a coste de mi pasado, de mis memorias y mi vida. ¿Estaba seguro de pagar ese precio?

Decidido comencé a correr hacia la tormenta, hacia la oscuridad y el riesgo. Mis memorias se perdían en el aire, los sentimientos se desvanecían en las arenas del tiempo y el miedo reaparecía; de un momento al otro me encontré nuevamente en al borde del río, rodeado de las bestias y oscuridad, pero esta vez era diferente. Mi mente se encontraba en blanco, firme y resuelta, el cuerpo me temblaba de impaciencia y mi piel se erizaba ante el inminente combate; era el momento de despertar finalmente.

Mi boca pronuncio de manera inconciente las runas perdida, llevándome a cerrar mi puño con fuerza. Al abrirlo encontré una pequeña llama roja brillando en mi palma, la magia era uno conmigo finalmente; dos de las bestias aprovecharon el momento de distracción para atacarme por los lados, con sus fauces abiertas su objetivo era atravesar mi carne pero chocaron contra varias espirales de agua que comenzaron a circular alrededor de mi cuerpo protegiéndome celosamente. Más enemigos se sumaron y así como se acercaron terminaron volando por los aires ante la fuerza de mi poder, mientras la flama continuaba brotando de mi mano, etérea y destructiva, se volvía lentamente mas grande incitándome a quemar todo a mi paso. Tirano de mi voluntad solté mis cadenas dejando la paciencia atrás para abrazar por completo la furia, dándole desde mí interior el combustible necesario para crecer, así mi fuego respondió al llamado duplicándose en mi otra mano ansioso por acabar con mis enemigos. La batalla fue ardua, el agua me defendía con firmeza mientras destellos brillantes llenaba la oscuridad con cada contacto con las bestias, incontables proyectiles ígneos quemaron sus cuerpos hasta las mismas cenizas; pero por cada uno que derrotaba surgían tres desde el corazón de la noche; cuando contemple la huida como opción me di cuenta finalmente quien era mi enemigo.

El cielo había cambiado durante el transcurso del combate junto con la tierra, parecía como si sus colores comenzara por desteñirse en simples grises pálidos; el lugar se estaba consumiendo en cada ataque, como si fuera absorbido mientras mas crecía mi poder. No me encontraba luchando contra criaturas, maldad o la oscuridad misma; mi verdadera batalla se libraba contra esta prisión sobrenatural. Cambiando mi estrategia me encerré en una cúpula de agua para ganar el tiempo necesario para hacer arde mi alma y acabar con todo de una vez, como leyendo mis intenciones esas bestias nacidas del odio y la negrura comenzaron a unirse formando un ser cada vez mas grande y peligroso. De gran tamaño, oscuro como el cielo y con un hacha formada con sus malvadas almas; el caballero de la muerte comenzó a atacar mi única protección desarmándola con cada golpe, en ese carrera contra el tiempo los colores el mundo desaparecían mientras la flama en mi brazo cambiaban de color expandiéndose hasta chocar contra los bordes de mi escudo. A fuerza de voluntad y antes de recibir el último ataque que acabaría conmigo, desate una terrible explosión que quebró literalmente el mundo.



- “Suficiente, súbanlo chicos”- ordeno el jefe de los matones

Siguiendo sus órdenes varios bandidos se acercaron a un gran aljibe y tiraron de una gruesa soga hasta sacar a un hombre atado y medio ahogado del fondo, este se encontraba lleno de heridas en su cuerpo y con sus ojos cerrados.

- “Así aprenderás a pagar tus deudas en termino, Douglas. Maldito bardo, ya sabes que no puede escarpar de nosotros, ahora dinos donde esta el dinero a menos que quieras otro rato de buceo forzado”- se escucho decir al jefe entre las risotadas de su secuaces

Con dificultad el hombre se desato las piernas y se levanto del suelo dejando un charco de agua detrás, caminó derecho y digno entre los presentes hasta encontrar un laúd tirado en el suelo. Completamente en calma sacó una cuerda guardada y comenzó a cambiarla por la otra faltante mientras parecía ignorar por completo la situación alrededor, cuando los bandidos comenzaron a acercase para castigarlo por su insolencia se limito a decir

- Lo siento pero el Douglas que conocían murió allí en el pozo, él fue arrojado al aljibe por culpa de una deuda y nunca emergerá. Aquí enfrente tienen a otra persona, uno que se arriesgo a voluntad para despertar la chispa, el origen de la magia . Así que por su propia salud les recomiendo que si no tienen asuntos que atender conmigo se alejen lo mas rápido posible y en silencio sino…”- mientras observaba a los presentes con sus nuevos ojos color añil

- “¡¿Sino que…?!” respondieron los esbirros a coro mientras desenfundaban armas

- “Sino talvez disfrute compartiendo mi nuevo concierto de runas y fuego con ustedes...”