jueves, 15 de diciembre de 2011

Retazos desde el otro lado

Encuentro

El verano finalmente había llegado y con ello la promesa de felicidad estaba cerca cumplirse, marcando el inicio de una nueva vida… o eso era lo que esperaban los dos enamorados.

–     “Estoy completamente segura que cuando llegue el momento llorare como una  condenada, mis lagrimas de felicidad caerán sobre el suelo inundando la boda.”- dijo de manera jocosa la joven Eva a Thomas, su futuro esposo, el cual sentado sobre un frondoso y antiguo árbol jugaba con el cabello de su amada quien estaba recostada sobre él.

                                “Amor, no podría verte llorar sin sentirme culpable, por mas lagrimas de felicidad que sean. Seguramente tu padre no querría que te cases con un hombre que te hace llorar y tus hermanos simplemente me odiarían. Así que guárdate esas lagrimas cariño, para los momentos difíciles por que quiero tus hermosos ojos vean la boda claramente y guarden en tu corazón ese recuerdo por siempre”- dejando deslizar estas palabras al oído de su futura mujer, de manera sencilla y honesta, aunque no pudo evitar cruzar miradas con ella y encontrarla entre lagrimas –“Oh querida, no me hagas esto; juro que verte así doblega hasta mi voluntad mas férrea, cada gota que cae derrite mi corazón volviéndolo mas vulnerable. La felicidad y la culpa se funden en mí en este momento”- continuo mientras con sus suaves dedos acariciaba gentilmente a su amada retirando con cariño las lagrimas de sus ojos.

                                “Realmente no podría pedir un hombre mas considerado y dulce a mi lado. Entonces intentare seguir tu consejo pero a cambio de que me prometas que nada te alejara de mí, ¿Prometido?”- Le confeso a su amado quien sello el juramento con un profundo beso

La visita poco duro, se habría prolongado si alguno de los dos hubiera sabido que esa seria la última vez que ambos jóvenes pudieran pasar un tiempo juntos en vida.


Dos días después antes que las aves comiencen a cantar un mayordomo completamente exaltado irrumpía en forma de estampida en la alcoba de Thomas Lockward tropezando torpemente en la oscuridad mientras vociferaba continuamente palabras confusas y disparejas, ante el terrible susto el muchacho rodó de su cama hasta terminar en el suelo; intentó ponerse en pie pero las sabanas lo enrollaban cual serpiente impidiéndole incorporarse rápidamente. Ya con las ventanas abiertas el joven amo finalmente reconoció al criado y lo increpó por su accionar.

-                        “Maldición Jack , ¿Que demonios esta pasando?¿Le sucedió algo a mi hermano?¿ Se suspende la boda? ¿La casa esta en llamas? ¡Habla!... claramente, por favor”-

El viejo completamente nervioso repetía silabas sin sentido, sueltas y enredadas de las cuales solo pudo captar: “¡Su alteza, aquí!”


Aun perdido y confundido, el joven Lockward se dejo cambiar rápidamente por su fiel sirviente  quien en menos de un pestañeo lo alistó como si asistiera a un baile real; al vuelo lo arrastro hasta esa fina construcción en el parque detrás de su residencia donde una estación atrás se realizo la reunión con la familia Rassel.
Allí, sentado a la sombra de cara al jardín de margaritas lo esperaba un hombre finamente vestido, sin jugar a dudas quien lo esperaba era Charles II, el príncipe.


-                        “Señor Lockward, veo que tiene un excelente gusto tanto en flores como en mujeres; hermosas y sencillas ambas, déjeme felicitarlo por la buena noticia”-

-                        “Ehhhmmm su alteza (mientras se inclinaba en símbolo de respeto) un gusto tenerlo en mi humilde hogar, aunque me hubiera gustado que anuncie unos días antes su visita así podría recibirlo como Ud merece”- y sin lagañas en los ojos, pensó, pero esas eran cosas que le diría solo a un amigo

-                       - “Lo siento, Thomas, ¿ puedo llamarte así? (realmente no le importaba la respuesta) sucede que estoy haciendo un viaje no oficial por pequeñas y bellas ciudades a veces olvidadas dentro del palacio o las cabezas de los nobles y recordé la agradable platica con la joven Eva Rassel sobre su próximo matrimonio. Cuando finalmente recordé su nombre me encontraba a unas pocas horas de aquí y decidí conocerlo personalmente; entonces Sir Thomas Lockward, Hijo de John Lockward, ¿No es así?, recuerdo a tu padre cabalgando en ese vulgar y flaco rocín yendo para las batallas de Antilion. Con otros nobles apostamos a que ese caballo no podría soportar el ritmo del viaje y la posterior batalla, pero para nuestra sorpresa al año tu padre volvió entero arriba de ese horrible animal. Creo que lo llamaba…”-

-                        “Amuleto de la suerte, ese es el nombre del caballo. Aun vive, se lo hemos regalado al criado mas fiel de mi padre luego de su muerte”- dijo mientras el sueño comenzaba a desaparecer al tiempo que crecía ese malestar al tratar nobles creídos

-                        “Verdad, jajajaja. Tu padre fue un gran aliado en esos tiempos, fiero guerrero pero poco iluminado estratega; eso le impidió alzar más alto su apellido. Ahora tú te volverás parte de los Rassel, una de las familias más poderosas de nuestro reino. Brindaremos por eso, hice traer mi propio vino si no lo incomoda”- al instante un sirviente del príncipe, servia un vino de olor fuerte y cuerpo ligeramente espeso terminando por llenar ambas copas -“Entonces, ¿En nombre la prospera alianza?”-

-                        “Y el amor puro”- contesto firme y serio Thomas

-                        ¡Así será!”-


Un par de panquecitos y tragos después, el príncipe saco de entre sus pertenencias una pequeña caja de madera con finos bordes y decorados color oro, la cual le entrego a Thomas.

-                        “Este es mi obsequio de bodas aunque es mas precisamente para Ud, es humilde pero espero que le sea útil”-

Con respeto y elegancias, el joven Lockward agradeció el detalle abrió la caja encontrando el mas fino juego de ajedrez jamás visto, las piezas forjadas en el mas exquisito marfil mientras el tablero se encontraba imbuido en plata y onix; sin duda con el valor de ese regalo se podría comprar un prospero viñedo en las afueras y vivir cómodamente.

-                        Su excelencia, no podría aceptar este magnifico obsequio…”- se excuso humilde y sorprendido

-                        “Shhhh, tu solo tómalo y considéralo el principio de lo que espero una gran amistad. Temo decirte que ha sido un presente algo egoísta ya que me encantan los juegos de ingenio y siempre estoy gustoso de encontrar un nuevo adversario, aunque soy mal perdedor; así que si no te molesta me gustaría jugar unas partidas si aceptas”-

Sin otra alternativa, se dispusieron a armar el juego. Como todo buen noble, Thomas era competente en varios de esos refinados juegos que se profesan en la capital pero particularmente bueno en el ajedrez gracias a la ayuda del viejo Jack; a quien a veces debía obligar ,bajo la excusa de un juego casual, a que lo acompañe en alguna partida y descanse un rato.

Todos saben que el ajedrez como cualquier otra competición tiene como esencia la lucha de voluntades, pero este juego abarca ademas la estrategia, la planificación y el valor. Los maestros de la corte tiene la habilidad de conocer a su adversario mediante el juego y eso era algo que con la practica también había aprendido Charles. Así fue como comenzó a desenvolverse la partida, jugada tras jugada pieza tras pieza, ambos median a su adversario con cada movimiento; tratar de estar un paso adelante era imposible ya que el príncipe contraatacaba sin piedad mientras sacrificaba piezas de poco valor. Charles atacaba sistemáticamente venciendo a las piezas claves más importantes de su anfitrión, hasta estar a unos pocos pasos de la victoria

-                        “ Ríndete y talvez tendré clemencia”- Dijo irónicamente, fiel a su espíritu el futuro vencedor


 Pero antes de que lo pudiera prever, en dos movimientos un simple peón se había colado entre sus defensas avanzado hacia el final del tablero, devolviéndole la reina a Lokward y con ello la victoria.

-                        “No debes olvidar que pese a sus habilidades, todas las piezas tienen igual valor; desde el simple peón hasta la reina, cualquiera de ellos puede darte la victoria”- Thomas podría haber jurado ver un destello de odio en los ojos de su adversario sino hubiera durado solo un instante


-                        “Bien, bien, astuto e intrépido; esas son las cualidades que odio en un contendiente y admiro en un aliado. Espero volver a verte algún día en el castillo, si vas a la capital no dudes en pasar a saludarme; esperare por la revancha”- Con orgullo, se levanto de la mesa e indico a su sirviente que preparara los caballos –“Una cosa mas, posiblemente dentro de unos días se traten unos asuntos sobre protección de tierras con mi padre, llamaremos a los jefes de las familia importantes y  me gustaría que asistas. Seria una excelente oportunidad de demostrarle al viejo Irwin Rassel que eres mas que un buen jugador de ajedrez”- Y así, en silencio y con media sonrisa en su rostro, Charles se marcho sabiendo que todo marchaba a la perfección.