El verano finalmente había
llegado y con ello la promesa de felicidad estaba cerca cumplirse, marcando el
inicio de una nueva vida… o eso era lo que esperaban los dos enamorados.
– “Estoy completamente segura que cuando llegue
el momento llorare como una condenada,
mis lagrimas de felicidad caerán sobre el suelo inundando la boda.”-
dijo de manera jocosa la joven Eva a Thomas, su futuro esposo, el cual sentado
sobre un frondoso y antiguo árbol jugaba con el cabello de su amada quien
estaba recostada sobre él.
–
“Amor, no podría
verte llorar sin sentirme culpable, por mas lagrimas de felicidad que sean.
Seguramente tu padre no querría que te cases con un hombre que te hace llorar y
tus hermanos simplemente me odiarían. Así que guárdate esas lagrimas cariño,
para los momentos difíciles por que quiero tus hermosos ojos vean la boda
claramente y guarden en tu corazón ese recuerdo por siempre”- dejando
deslizar estas palabras al oído de su futura mujer, de manera sencilla y
honesta, aunque no pudo evitar cruzar miradas con ella y encontrarla entre lagrimas
–“Oh querida, no me hagas esto; juro que
verte así doblega hasta mi voluntad mas férrea, cada gota que cae derrite mi
corazón volviéndolo mas vulnerable. La felicidad y la culpa se funden en mí en
este momento”- continuo mientras con sus suaves dedos acariciaba
gentilmente a su amada retirando con cariño las lagrimas de sus ojos.
–
“Realmente no podría pedir un hombre mas
considerado y dulce a mi lado. Entonces intentare seguir tu consejo pero a
cambio de que me prometas que nada te alejara de mí, ¿Prometido?”- Le
confeso a su amado quien sello el juramento con un profundo
beso
La visita poco duro, se habría
prolongado si alguno de los dos hubiera sabido que esa seria la última vez que
ambos jóvenes pudieran pasar un tiempo juntos en vida.
Dos días después antes que las
aves comiencen a cantar un mayordomo completamente exaltado irrumpía en forma
de estampida en la alcoba de Thomas
Lockward tropezando torpemente en la oscuridad mientras vociferaba
continuamente palabras confusas y disparejas, ante el terrible susto el muchacho
rodó de su cama hasta terminar en el suelo; intentó ponerse en pie pero las sabanas
lo enrollaban cual serpiente impidiéndole incorporarse rápidamente. Ya con las
ventanas abiertas el joven amo finalmente reconoció al criado y lo increpó por
su accionar.
-
“Maldición Jack ,
¿Que demonios esta pasando?¿Le sucedió algo a mi hermano?¿ Se suspende la boda?
¿La casa esta en llamas? ¡Habla!... claramente, por favor”-
El viejo completamente nervioso
repetía silabas sin sentido, sueltas y enredadas de las cuales solo pudo
captar: “¡Su alteza, aquí!”
Aun perdido y confundido, el
joven Lockward se dejo cambiar rápidamente por su fiel sirviente quien en menos de un pestañeo lo alistó como
si asistiera a un baile real; al vuelo lo arrastro hasta esa fina construcción
en el parque detrás de su residencia donde una estación atrás se realizo la
reunión con la familia Rassel.
Allí, sentado a la sombra de
cara al jardín de margaritas lo esperaba un hombre finamente vestido, sin jugar
a dudas quien lo esperaba era Charles II, el príncipe.
-
“Señor Lockward,
veo que tiene un excelente gusto tanto en flores como en mujeres; hermosas y
sencillas ambas, déjeme felicitarlo por la buena noticia”-
-
“Ehhhmmm su
alteza (mientras se inclinaba en símbolo de respeto) un gusto tenerlo en mi humilde hogar, aunque me hubiera gustado que
anuncie unos días antes su visita así podría recibirlo como Ud merece”- y
sin lagañas en los ojos, pensó, pero esas eran cosas que le diría solo a un
amigo
- -
“Lo siento,
Thomas, ¿ puedo llamarte así? (realmente no le importaba la respuesta) sucede que estoy haciendo un viaje no
oficial por pequeñas y bellas ciudades a veces olvidadas dentro del palacio o
las cabezas de los nobles y recordé la agradable platica con la joven Eva Rassel
sobre su próximo matrimonio. Cuando finalmente recordé su nombre me encontraba
a unas pocas horas de aquí y decidí conocerlo personalmente; entonces Sir
Thomas Lockward, Hijo de John Lockward, ¿No es así?, recuerdo a tu padre
cabalgando en ese vulgar y flaco rocín yendo para las batallas de Antilion. Con
otros nobles apostamos a que ese caballo no podría soportar el ritmo del viaje
y la posterior batalla, pero para nuestra sorpresa al año tu padre volvió
entero arriba de ese horrible animal. Creo que lo llamaba…”-
-
“Amuleto de la suerte,
ese es el nombre del caballo. Aun vive, se lo hemos regalado al criado mas fiel
de mi padre luego de su muerte”- dijo mientras el sueño comenzaba a
desaparecer al tiempo que crecía ese malestar al tratar nobles creídos
-
“Verdad,
jajajaja. Tu padre fue un gran aliado en esos tiempos, fiero guerrero pero poco
iluminado estratega; eso le impidió alzar más alto su apellido. Ahora tú te
volverás parte de los Rassel, una de las familias más poderosas de nuestro
reino. Brindaremos por eso, hice traer mi propio vino si no lo incomoda”-
al instante un sirviente del príncipe, servia un vino de olor fuerte y cuerpo
ligeramente espeso terminando por llenar ambas copas -“Entonces, ¿En nombre la prospera alianza?”-
-
“Y el amor puro”-
contesto firme y serio Thomas
-
“¡Así será!”-
Un par de panquecitos y tragos
después, el príncipe saco de entre sus pertenencias una pequeña caja de madera
con finos bordes y decorados color oro, la cual le entrego a Thomas.
-
“Este es mi obsequio
de bodas aunque es mas precisamente para Ud, es humilde pero espero que le sea
útil”-
Con respeto y elegancias, el
joven Lockward agradeció el detalle abrió la caja encontrando el mas fino juego
de ajedrez jamás visto, las piezas forjadas en el mas exquisito marfil mientras
el tablero se encontraba imbuido en plata y onix; sin duda con el valor de ese
regalo se podría comprar un prospero viñedo en las afueras y vivir cómodamente.
-
“Su excelencia,
no podría aceptar este magnifico obsequio…”- se excuso humilde y sorprendido
-
“Shhhh, tu solo
tómalo y considéralo el principio de lo que espero una gran amistad. Temo
decirte que ha sido un presente algo egoísta ya que me encantan los juegos de
ingenio y siempre estoy gustoso de encontrar un nuevo adversario, aunque soy
mal perdedor; así que si no te molesta me gustaría jugar unas partidas si
aceptas”-
Sin otra alternativa, se
dispusieron a armar el juego. Como todo buen noble, Thomas era competente en
varios de esos refinados juegos que se profesan en la capital pero
particularmente bueno en el ajedrez gracias a la ayuda del viejo Jack; a quien
a veces debía obligar ,bajo la excusa de un juego casual, a que lo acompañe en
alguna partida y descanse un rato.
Todos saben que el ajedrez como
cualquier otra competición tiene como esencia la lucha de voluntades, pero este
juego abarca ademas la estrategia, la planificación y el valor. Los maestros de
la corte tiene la habilidad de conocer a su adversario mediante el juego y eso
era algo que con la practica también había aprendido Charles. Así fue como
comenzó a desenvolverse la partida, jugada tras jugada pieza tras pieza, ambos
median a su adversario con cada movimiento; tratar de estar un paso adelante era
imposible ya que el príncipe contraatacaba sin piedad mientras sacrificaba
piezas de poco valor. Charles atacaba sistemáticamente venciendo a las piezas claves
más importantes de su anfitrión, hasta estar a unos pocos pasos de la victoria
-
“ Ríndete y
talvez tendré clemencia”- Dijo irónicamente, fiel a su espíritu el futuro
vencedor
Pero antes de que lo pudiera prever, en dos
movimientos un simple peón se había colado entre sus defensas avanzado hacia el
final del tablero, devolviéndole la reina a Lokward y con ello la victoria.
-
“No debes olvidar
que pese a sus habilidades, todas las piezas tienen igual valor; desde el
simple peón hasta la reina, cualquiera de ellos puede darte la victoria”- Thomas podría haber jurado ver un destello de
odio en los ojos de su adversario sino hubiera durado solo un instante
-
“Bien, bien,
astuto e intrépido; esas son las cualidades que odio en un contendiente y
admiro en un aliado. Espero volver a verte algún día en el castillo, si vas a
la capital no dudes en pasar a saludarme; esperare por la revancha”- Con
orgullo, se levanto de la mesa e indico a su sirviente que preparara los
caballos –“Una cosa mas, posiblemente
dentro de unos días se traten unos asuntos sobre protección de tierras con mi
padre, llamaremos a los jefes de las familia importantes y me gustaría que asistas. Seria una excelente
oportunidad de demostrarle al viejo Irwin Rassel que eres mas que un buen
jugador de ajedrez”- Y así, en silencio y con media sonrisa en su rostro,
Charles se marcho sabiendo que todo marchaba a la perfección.