Dulce pecado es recaer esta noche nuevamente en ti aunque amarga será la culpa cuando llegue la mañana; lamentablemente eso no importa, solo quiero creer en el hoy y ahora. Necio como soy no puedo rechazarte pese a que conozco la cruel rutina, cuando tu cuerpo llegue a mi sentiré ese placer autodestructivo que atará mi pecho entre hilos de plata brindándole calor y consuelo, pero llegado el amanecer los arrancaras de raíz dejando mi pobre corazón desfallecer lejos tuyo.
Con el ritual consumado, la reflexión me atrapa reposando cerca de una ventana. Nunca me encontraba solo más que acompañado por una candida brisa que sopla fresca a través mi mente llevándose toda preocupación lejos, pero tu siempre despiertas arrastrando contigo un viento salvaje que trae mis ideas nuevamente destruyendo mi cordura y alimentando el arrepentimiento.
Lunas han pasado atrapando mi alma en una prisión de hielo, el frió golpea mi piel sin piedad, resquebrajándola paulatinamente pero yo no me quiebro, no me rompo. Muerto por dentro no hay nada que me pueda causar aun mas dolor que el que arrastro, aunque talvez me equivoque. Mi espíritu desfallecería si alguna vez llegase a pensar en que no seré nunca mas digno de otro calido atardecer junto a tu fuego.