Los festejos por la semana de la abundancia había sido recibido con alegría y esperanza en
todo Albalice, desde los pueblos mineros mas remotos hasta la misma capital
detenían sus actividades por dos días para realizar los festejos tradicionales
de agradecimiento al sol por sus bendiciones y pedir para un mejor mañana.
Mientras la plebe se liberaba de
sus preocupaciones entre risas y festejos, los jefes de los clanes más
poderosos de todo Albalice se reunían en la capital para debatir sobre el
difícil tema de la seguridad y el futuro de las tierras.
Así la sala de reuniones del
castillo real se encontraba más de una veintena de hombres, caballeros firmes y
fieles súbditos de la corona sentados alrededor de una larga mesa. En la
cabecera se encontraba el Rey Charles acompañado por su hijo, intentando
ordenar los temas a discutir; mientras el Rey tomaba una actitud pasiva frente
a la situación, su hijo, el príncipe Charles II, participaba activamente en los
debates (para lamento de varios señores). Por desgracia el debate se
desarrollaba de manera desigual, parecía que los señores presentes en esa sala
eran los únicos concientes de la delicada situación del reino.
- “Exijo 5.000 mil hombres mi señor, sin
ellos no creo que podamos hacerle frente a los sucios Virnences en el Este…”-
- “Cuida tus palabras Sir
Dural, esas no es forma de dirigirte a su majestad, mi padre. El es el único en posición de exigir algo, si
no aprecias tu lengua estaré encantado ordenarle a Lord Walras que te la arranque
de la garganta”- interrumpió Charles II ese tono lleno de orgullo y desden que
lo caracterizaba haciendo gala, una vez mas, de su poder.
-
“Señor – rápidamente tomó la palabra Sir Irwin Rassel – Me disculpo ante Ud
en nombre de Sir Durall y los aquí presentes, comparto el sentimiento de mis
compañeros y puedo afirmar con seguridad que las palabras de mi compañero
sonaron osadas no adrede sino por que la preocupación nos excede ; hace menos
de un mes una avanzada Virnence se alejo
de su base acercándose lo suficiente a la ciudad, los informes indican que
poseen suficientes caballos como para arrasar simultáneamente todo el Este
antes que podemos tomar medidas al respecto.”-
-
“Ja, las guerras
no se ganan con caballos Sir Irwin.
Mientras los castillos soporten, no habrá preocupación alguna…”-
Pese a ser solo un invitado en
la reunión por su nueva posición, el joven Thomas
Lockward ,quien hasta ahora había aguardado en silencio, no pudo con su
espíritu y decidió que tenia que hacer algo con los dichos de Charles II
-
“Siento
contradecirlo su Alteza, talvez nosotros, los nobles, no haya preocupación pero
hay algo que esta olvidando. La mayor producción de hierro y acero proviene de
las minas sobre el Este de Albalice, si sufriéramos un ataque de los Virnences
no solo perderían la vida miles de vidas pueblerinos inocentes sino que las
reservas de armas y armaduras de todo el país quedara tan reducida que tendríamos
que luchar una guerra con rastrillos y nos defenderíamos de las flechas con cacerolas…”-
Los miembros de los diferentes
clanes se miraron unos a otros, las palabras de Thomas reflejaban de una manera clara lo que todos pensaban pero
nadie se animaba a decir, talvez demasiado osadas e hirientes para ser
pronunciadas por un simple líder menor. La mirada atenta del príncipe Charles II se clavo sobre Thomas Lockward como si hurgara en los
profundo de su alma en busca de alguna debilidad pero éste no momento mostró signo alguno de arrepentirse de sus
palabras sino un tan firme como sus palabras. Por un momento el rostro del
príncipe se contorsiono en una mueca horrible que anticipaba sin duda una fuerte
respuesta, pero fue acallada y paso inadvertida por la sorpresivamente intervención
del Rey.
-
“Ojala, mis señores, todos Uds fueran tan francos y
directos como él; dime Joven, ¿A que casa representas joven?-
-
“Soy Thomas
Lockward, Hijo de Sir John Lockward. Jefe de la familia y encargado de cuidar
las tierras cenicias y los verdes bosques del Suria.”-
-
“Eres el hijo John
sin duda alguno, heredas la firmeza de sus ojos y pareces tan hábil con las
palabras como tu padre lo era con la espada. Señores, yo soy el líder de este
imperio y así antes de tomar cualquier decisión debo estar informado de los
porvenires de cada acto y las consecuencias de ello. Por ello agradecería que
sean sinceros y me informen de todos los posibles porvenires de mis dediciones
o la falta de ellas. Ahora entiendo la situación, entonces cederé 3.000 de mis
hombres a la frontera del Este y cada uno de los señores de las tierras
centrales cooperaran con sus tropas hasta completar el numero de 5.000, espero
que sea suficiente. ¿Cual es el siguiente tema a tratar?”-
La reunión concluyo unas pocas
horas después, desarrollándose así sin otro hecho a resaltar, pese a ello aun sobre
el final quedaron temas cruciales a tratar; por ello al atardecer los presentes,
tras la larga jornada de debate, acordaron continuar la sesión el día siguiente.
La noche había llegado
rápidamente para cada familia, los súbditos corrían de un lado a otro tratando
de organizar la cenar; Thomas, quien había
dispuesto de unos pocos súbditos para su estadía en la capital, comenzaba a
prepararse para comer en el centro acompañado
por el viejo Jack, su criado personal, pero para cuando se disponía a partir llamaron
a su puerta, era Irwin Rassel que vestido elegantemente le propuso
compartir una cena en la capital.
Unos minutos de carruaje después
y los caballeros se encontraban frente una modesta hostería, de esas que los
nobles un suelen visitar y la gente común no va a menudo.
- “Hoy cenaremos aquí Thomas, es un lugar sencillo pero preparan
el mejor cordero de todo Albalice. Acompáñame”- y así avanzo Irwin con prisa sin esperar la
confirmación de su compañero.
Medio cordero y un vaso de vino
después ambos se encontraban distendidos hablando alegremente de la vida, era
una situación extraña para el joven Lockward
ya que siempre había tomado a Sir Irwin
Rasell como un hombre más bien serio y frio a la hora de tratar con las personas,
a decir verdad una persona bastante diferente a la que se presentaba enfrente
en ese momento.
- “Hijo, ¡hacia años que no veía tanta
estupidez y valentia al mismo tiempo! Jajajaj, se nota que no estas
acostumbrado a tratar con estas serpientes”- conversaba animosamente Irwin alimentando su alegría con un poco
de vino- “Me alegra que estas aquí, estoy cansado de tratar con los nobles de
la capital, son sucios mercenarios, y los señores de las diferentes regiones
luego de las reuniones los que no se encierran en sus habitaciones hasta el día
siguiente tienen negocios que tratar en la capital. Pero tú eres como yo, un
hombre honesto con los demás y por sobretodo consigo mismo; por eso quiero
brindar por la vida, por la boda y por una larga dicha. ¡Salud!”
-
“Sir Irwin, ¿Esta seguro no es el vino el que esta hablando por Ud en
estos momentos?- pregunto con cuidado a su acompañante temiendo que el
viejo Rasell tome su espada y quiera
defender su honor pero este reacciono con un gesto extraño, parecía una sonrisa
nostálgica algo opacada por un velo de tristeza.
- “Talvez, sabes hacia tiempo que no me
sentía tan liberado. Normalmente mi hija es quien me acompaña cuando tengo que
presentarme en la capital, pero pese a que amo a Eva y a su madre no puedo evitar ver en sus sonrisas una porción de
culpa. Se que no es suya sino mía, me siento culpable de no poder hacer nada
mas que seguir adelante, por ellas…”- y una profunda melancolía envolvió el
ambiente ahogando cada palabra que intentaba salir por la garganta de Thomas, pero por suerte para él ,de un
momento para el otro, Irwin recupero
algo de su animo- “Pero sabes, el doctor dijo que la enfermedad es mas bien
pronunciada por temporadas frías; Eva esta
contenta ya que si la salud de mi esposa se mantiene como hasta ahora, podria
estar presente en la boda.”
- “Eso
esperemos, la felicidad de Eva es mi felicidad. No quisiera verla triste en una
día tan importante”
Así la noche transcurrió
lentamente entre diferentes temas y ánimos, Thomas
compartió con su futuro suegro sus planes para las tierras, los nuevos viñedos
que iba a desarrollar como también otros proyectos mientras Irwin compartió sus ideas y puntos de vista, de igual a igual. Ya luego de
la interesante y cómoda cena Irwin se
disponía a partir, bastante mareado por cierto, se despidió entre tropiezos y
emprendió el viaje de vuelta a caballo acompañado por un criado.
Thomas termino la botella y pago la cena para comenzar a abrirse camino
hacia el castillo, pero las burbujas de la bebida y su poca orientación en la
capital lo fueron alejando de las calles principales hacia otras zonas un poco más
oscuras.