martes, 17 de julio de 2012

Retazos desde el otro lado

El foso, Día 7

Se había cumplido una semana desde que el mundo y todo su contenido habían sido arrebatados súbitamente de Thomas y lo habían arrojado a una celda para padecer ,ignorante de su destino y sus pecados, el peor de los tormentos: ser olvidado

El paso de los días castigaba constantemente al pobre noble con nuevas torturas, en esos momento no solo comenzaba a sentir la presión del tiempo, la rutina y el desamparo, sino que también luchaba contra la soledad y la incertidumbre que, en conjunto, comenzaban a derrumbar poco a poco los pilares de cordura que aun se sostenían en pie dentro de su mente. Hacia poco su cabeza comenzó a jugarle extrañas jugarretas, a menudo mientras saciaba su hambre con esas sopas horribles podía jurar que sentía el respirar lento y profundo del viejo Jack detrás suyo, como siempre fue, asistiéndolo, esperando para rellenar su copa con mas vino o para levantar la mesa; pero entre todas las ilusiones la mas cruel sucedía por las noches antes de dormir, cuando el sueño comenzaba a tomarlo en brazos para alejarlo de la cruel realidad podía jurar que sentía los suaves labios de su amada, Eva, despidiéndolo para siempre, como si ella prefiriera que ,ante tanto sufrimiento, seria mejor para su amado pasar todo la eternidad en ese lugar onírico que mezclaba el pasado y fantasías, donde podía sentir una completa seguridad. Pero nada era seguro y llegado el momento hasta los sueños comenzaban a traicionarlo cambiando a veces su contenido, del dulce pasado por el presente, cruel, frió y cercano.

El estado físico y mental de Thomas era deplorable, no solo su mente se encontraba algo deteriorada sino que la piel comenzaba a pegarse sobre sus huesos y podía sentir las costillas marcándose sobre su torso; con el fin de mantenerse ocupado había comenzado a aceptar poco a poco su papel de prisionero incursionando en las tareas típicas de un reo: marcar en la pared los días transcurridos, ocasionalmente conversaba consigo mismo en voz alta para no perder la cordura o intentaba atraer algún pequeño roedor con los restos de pan que le sobraban. Pero lo que mas padecía era la aislamiento, muy pocas veces se acercaba que algún carcelero para traerle comida o bebida y nunca intercambiaban palabra alguna con él; todos eran hoscos y brutos por naturaleza, pero sumado a ello había algo extraño, talvez parte de sus ordenes eran no entablar contacto alguno con ese recluso en particular. Esa era una idea que daba vueltas sobre la cabeza de Thomas y no estaba dispuesto a olvidarla, así que esa misma madrugada aprovechando la visita del guardia que solía dormir siestas en la habitación cerca de su celda, y siendo de esperar su despertar cerca de la mañana, el prisionero lo aguardo despierto para indagar al carcelero.


-          Me he cansado de negarlo, gritar, desesperar y renegar. Pero eventualmente lo acepté, soy un prisionero y al parecer mi destino se encuentra atado a este lugar; ahora te pregunto buen hombre, ¿que puedo hacer yo para lograr que mi estadía en este lugar sea menos horrible?” mencionó de manera casual, sin quitarle los ojos al guardia

-           “Lo siento, pero hay ordenes precisas. No puedo hacer nada más por ti que alcanzarte algo de alimento; ni siquiera se me permite oficialmente permanecer dentro de esta celda”


-     “No estoy pidiendo nada en particular. ¿Sabes?, mis amigos y familiares seguramente estén buscándome en estos momentos y seguramente tarde o temprano momento den conmigo. Una carta con mi ubicación seria muy bien recompensada por mi familia.” Otra vez clavo la mirada en su interlocutor, pero nuevamente no sintió nada. Había algo que lo mantenía firme su convicción y podría asegurar que no era una buena paga ni una ciega lealtad sino algo mas frió y cruel.

-    “Jejeje entiendo a donde quieres llegar, pero te estas equivocando. Este lugar no es una cárcel común, muchacho. No por nada se la conoce como el foso de las almas, apuesto que en tu vida has escuchado el nombre Frulghod y no es por que no hayas vivido lo suficiente, podría apostarte que recorrerás todas las tabernas del reino y no habrá una sola alma que podrá decirte a que le corresponde ese nombre o su ubicación.”

Thomas se tomo unos segundos para pensar, necesitaba ordenar esas palabras junto con todo lo que había vivido hasta el momento. Había una lógica, un orden y un patrón para todo eso, para su sorpresa le tomo menos de lo esperado acomodarlas las piezas del rompecabezas.

-    “No puedes hablar oficialmente conmigo, me encuentro en una prisión secreta y oculta encerrado bajo cargos que nunca cometí, mi familia nunca será informada de mi destino. Eso significa que… ¿soy un preso político?”

-    “Eres listo muchacho, talvez el uso de esa astucia sobre las personas    equivocadas fue la razón que te trajo aquí. Eventualmente lo descubrirás, te dejaré solo con tus pensamientos.” Dijo dejando así un largo silencio en la sala, mientras el guardia comenzó a tomar sus cosas e hizo ademán de retirarse Thomas sentía el fuerte peso de las palabra sobre su espalda. Decidido a averiguar algo más demoró la salida del carcelero una vez más.


-    “Alto, no te vayas. Respóndeme, ¿Qué queda de mi entonces?

-          “Resignarte y comportarte son tus únicas opciones, talvez así puedas pasar el resto de tus días viviendo aquí tranquilo. Con los años es posible que llegue un momento, cuando todo aquel que te conozca, te haya amado u odiado estén todos muerto, y recién ahí cuando sus descendientes no recuerden tu nombre y tu existencia no haya sido mas que una gota mas en el mar; talvez allí , si aun estas vivo, se te permita volver al mundo”

-          “Pareces sincero, si este presente es el que esta condenado a ser mi futuro me siento tentado a ignorarlo eligiendo así por mi propia voluntad la liberación a manos de la muerte, menos cruel y mas misericordiosa que este destino trazado por los hombre”

-     “Créeme que tu vida vale algo aun, sino seguramente ya estarías muerto” pero estas palabras llegaron muy lejanas, el prisionero aun no tenia las respuestas a todas sus preguntas y aun la incógnita sobre el prendedor encontrado en su celda y el dueño de él representaban la pieza faltante que talvez lo devolverían a la vida una vez mas.