Sangre y lluvia, ambas estaban destinadas inevitablemente a
encontrarse bajo la miseria de la metrópolis. Donde las callen se pierden y el
hollín corrompe el aire caen oscuras mezclando pureza con corrupción, anhelo
con desesperanza. Cruel dualismo que irónicamente calma la sed de algunos y
ahoga la garganta de otros.
Mientras en la planta baja las sombras de lo incierto posaban
su pesado manto sobre sucedido, en el 5to piso Annie golpeaba con furia la puerta, esa misma que Gordon había cerrado con llave minutos antes
de marcharse y que ahora la separaba de los desconocido. Ella realmente no entendía,
desde el momento en que Gordon se
alejo comenzó a sentir una horrible sensación de intranquilidad; tenía el
presentimiento, mas bien la certeza, de que abajo se encontraba un gran peligro
y sin embargo no podía pensar otra cosa que correr hacia él.
Sin otra llave de repuesto en todo el departamento no podía
más que intentar forzar la puerta, golpear con fuerza y gritar por ayuda,
lamentablemente para ella nunca llegaría nadie en su auxilio ya que la gente
cuerda había abandonado el edificio hace largo tiempo. Desde que ese pobre niño
muriera aplastado por una loza desprendida gran parte de los inquilinos fueron
reubicados en zonas iguales o peores mientras que solo permanecieron allí
algunas prostitutas y quienes se ganaban la vida en negocios más turbios (y
estos últimos jamás responden a un grito o llamado).
Los minutos se perdían entre intentos, golpes y gritos de
desesperación; la puerta no respondía a sus demandas manteniéndose firmemente
cerrada por más esfuerzo que realizara. Golpe tras golpe los ojos de Annie se llenaban más y más de lágrimas
hasta desbordar cual río en una noche tormentosa. Ahora se encontraba
arrodillada bajo el peso del cansancio y con la cara escondida entre sus brazos,
el rimel había teñido sus lágrimas de negro dejando su rostro lleno de oscuros
surcos. Pero su cara no era la única manchada de oscuridad, sombras del pasado
habían renacido tomado control sobre su mente inundándola de recuerdos lejanos
y casi olvidados, asfixiándola cada momento con escenas del pasado. Casi como
una película se le presentó primero la
partida de su padre, luego la muerte de su madre y por ultimo la completa
soledad de sus primeros días en la ciudad. Lo curioso es que en ninguno de esos
dolorosos momentos del pasado ella había cedido ante las lágrimas, no recordaba
la última vez que había sentido esa calida humedad sobre sus mejillas.
“Anna Smith, se
fuerte” una voz se repetía cual eco
dentro de su cabeza, ella siempre fue una mujer dura, no dejaba que los golpes lastimaran
su alma sino que dañaban solo su cuerpo y como bien sabia, las heridas físicas
curan con el tiempo. Pero en este momento había recibido un golpe mucho mas
profundo, uno que paso inadvertido y quebró su alma en pedazos.
Es curioso como las personas se dan cuenta el valor de las
cosas cuando las pierden, fue recién allí, bajo la angustia absoluta, que la
pobre mujer pudo ver a James Gordon Brown
no como ese ser estupido, gordo y torpe que pagaba por sus servicios sino
como ese hombre atento, tierno y bueno que le todo su brindaba cariño y
atención. Y lo peor fue que ya era tarde, ella lo había dejado escapar de su
vida y no había hecho absolutamente nada para detenerlo.
Lagrimas y silencio, llanto, lluvia y arrepentimiento bajo
una brisa profunda.
Un leve viento se había levantado, haciendo bailar las
cortinas y congelando su cuerpo, con desgano Anna se levanto a cerrar la ventana cuando notó que extrañamente esta
había permanecido todo el día, y hasta ese momento, cerrada…
-“Muévete y te rebanare la
garganta, intenta gritar y juro que harás gárgaras con tu sangre antes de
ahogarte en ella, ¿Entendido?”- De un segundo al otro el cuello de Anna se encontró con un cuchillo afilado y con una voz más filosa aun que,
amenazante y segura, la paralizo al instante. No era la primera vez que Anna se encontraba en una situación así,
conocía el procedimiento; sabia que lo más importante, si quería conservar su
vida, era mantener la calma. Asintió con cuidado y esperó a las demandas de su
atacante.
-“¿Dime donde se encuentra
Gordon Brown?”- preguntó claramente una voz femenina, el corazón de Anna dio un vuelco; la mujer detrás suyo
había llegado “quien sabe como” a su departamento, ¡en un quinto piso a través
de su ventana!, solo para encontrar a Gordie
y seguramente no con buenas intenciones.
No podía decirle, simplemente no podía.
-“No…. No te lo
diré…”- Y sacando ese poco de valentía que uno guarda toda su vida para un
momento decisivo, tomó con fuerza la mano que mantenía un cuchillo sobre su garganta
y agrego -“¡Mátame si quieres, pero no
dejare que tomes la vida de Gordie!”-
Lluvia y silencio, solo lluvia y silencio. Para sorpresa de Anna la presión de su cuello cedió
junto con el arma, dejándola tomar algo de aire y reponerse de su golpe de
valor. Ya entera dio media vuelta para encontrarse con una mujer de fríos ojos,
capaces de congelar a una persona con solo dedicarle la mirada correcta.
Mezclaba de manera perfecta ese fiero mirar con un pálido y delicado rostro,
dándole le aspecto tanto de lobo como de cordero; diciendo así:
-“Hay muchas personas que están
tras Gordon Brown y no dudaran en tomar su vida. Para su fortuna yo solo estoy
interesada en los documentos que lleva, así que si te interesa volverlo a ver con
vida será mejor que dejes de perder mi tiempo y me digas donde está antes que
alguien más lo encuentre. ¿Entendido?”- dijo guardando el cuchillo en
su cintura mientras tomaba una toalla del baño para secar sus ropas y su rubio
cabello- “Y no me hagas perder el tiempo, no puedo gastarlo en
convencerte. Si lo quieres vivo, habla ahora”-
Por alguna razón Anna
no dudaba de la honestidad de su interlocutora, no por que no la creía capaz de
matar a Gordie sino por todo lo
contrario. Ella sentía que la mujer enfrente seria capaz de asesinar a toda una
familia si fuera necesario, pero había algo en ella que le decía que no lo
haría de buen gusto y a menos que fuera absolutamente necesario, así la joven
pelirroja decidió dejarse llevar por intuición femenina.
-“Gordie… recibió un
llamado hace varios minutos, estaba muy nervioso, luego de cortar se despidió y
salio del departamento cerrando la puerta con llave detrás de él” señalo
acongojada, como si comenzara a revivir el momento una vez. Fue así que con
dolor y angustia agregó –“Tu… una vez que
obtengas lo que buscas… ¡por favor, devuélvemelo con vida!”
Aléïn era una asesina
bastante particular, mas allá de sus excelentes habilidades poseía un código
moral que, aunque a veces le traía varios
problemas, le ayudaba a mantener algo de su humanidad. Para las personas que
desde niño aprendieron que la vida no es más que una moneda de cambio se le es
hace difícil mezclarse con el rebaño, confundirse con la gente gris que habita
el mundo, esa que tiene problemas mundanos, emociones a flor de piel y seres a
las que cuidar; siendo justamente eso es los que los crea como individuo y
persona, y mas importante lo que les permite interactuar con sus pares.
Cuando estos observan a alguien como Aléïn
sienten instintivamente que algo anda mal, a veces lo sienten como si una
pequeña voz les gritara “¡huye!”, otras veces se paralizan como si se
encontrara súbitamente ante un depredador. Por ello, los que realmente caminan
el camino de la sangre saben cuan importante es mezclarse, pasar desapercibido,
conservar un lado humano; eso hace que los asesinos realmente hábiles sean
personas únicas, a veces mas morales que el medico que trabaja en un lujoso
hospital o el policía que sale a patrullar las calles.
En este caso, Aléïn
Viridar, alias el cuervo sangriento,
mantenía código la obligaba a nunca tomar la vida de un niño y a la vez trataba
de no tomar la vida de quienes no sean su objetivo, no solo por que no se
sentía bien sino para mantener su bestia encerrada, alejada de su exterior. Por
ello Anna se sintió aliviada cuando
escucho -“Lo intentaré” por parte
de la extraña frente a ella, era mucho más de lo que podía pedir.
Rápidamente Aléïn se
acercó a la puerta e intentó abrirla pero escuchó algo proveniente de la calle
que le hizo cambiar de opinión, un auto había acelerado rápidamente alejándose
de allí; no podía perder mas tiempo y forzar cerraduras no era su fuerte, así pensándolo
mejor decidió salir del departamento de la misma manera que entró, a través de
la ventana. Una vez allí, utilizando la soga por la cual anteriormente se
deslizó desde el edificio abandonado de enfrente a la escalera de incendio del
5to piso donde ahora estaba parada, de un tirón recuperó el gancho y lo arrojó atado
a la soga a una tubería enfrente cerca del suelo. Una vez firme, con elegancia
y sigilo se deslizó terminando así su descenso en un callejón entremedio; las
agujas seguían corriendo, avanzó rápidamente hasta la entrada del edificio, sin
duda de allí había provenido tanto el ruido del vehiculo alejándose como el que
forzó a Gordon a abandonar el
departamento.
La puerta de entrada había sido rota en pedazos y los
vidrios se habían esparcidos por el suelo cual alfombra de bienvenida; parecía
que no había rastros de nadie en ese momento, pero había indicios de que varias
personas habían estado allí hace no mucho tiempo. Los fragmentos de cristal más
delgados y finos mostraban que alguien había ingresado y las pequeñas gotas de
sangre que terminaban en una gruesa mancha sobre el costado de las escaleras le
hacían pensar que alguien allí había sido herido y fue arrastrado lejos del
edificio, allí en un rincón dio con unos gruesos lentes; estos eran anticuados
y se habían roto recientemente, pero lo
que realmente interesaba es que sobre su cristal estaba con escrito con lápiz
de labio un numero de teléfono.
Ella conocía lo que significaba aquello, no solo que había
perdido a Gordon sino que si había
alguna manera de recuperar algo de información era intercambiando su vida con la
de él, no tenia mas opción que jugar el juego. Extrajo de su bolsillo el
celular e hizo esa llamada que tanto quería evitar.
-“Hola mi querido
cuervo, hacia tiempo que no hablábamos. Sé por buenas fuentes que me estas
buscando, ¿me extrañas?”- Esa voz,
irónica y soberbia, el núcleo de su odio y deseo de venganza, el hombre que
había tomado control de su vida años atrás y a la razón de haber vuelvo a la Ciudad de los Ángeles perdidos. Demian estaba
al otro lado del teléfono, ex amante, actual líder de operaciones de Militia y por sobre todas las cosas, su
hermanastro.
- “Perro inmundo, no tengo palabras para
describir lo que haré cuando te encuentre pedazo de bastardo. Por la memoria de
mi padre y hermanos te devolveré todo el dolor que les causaste, cada vida
arrebataste…” pero fue rápidamente interrumpida
-“Disculpa pero te
pones muy sentimental al respecto y no tengo tanta paciencia, ahora que lo
mencionas, ¿Sabes cuales fueron las ultimas palabras del nuestro padre? se
encontraba en el suelo, convulsionante y en shock, y aun así encontró la fuerza
para preguntarme con su ultimo aliento ¿Por
que? .Él sabia que siempre lo odie, pero nunca imagine que fuera tan idiota
como para preguntarme algo así. En fin, me canse de hablar contigo, Selene atiéndela por favor, no puedo razonar
con ella.”
-“Aléïn Viridar, voy a ir directo al grano.
Tenemos a Gordon Brown y es solo cuestión de tiempo para que averigüemos lo que él
sabe, ahora comienza una carrera contra el tiempo. ¿Podrás recuperarlo antes
que nos deje de ser útil? Tic tac, el
tiempo corre”-
Este era el momento, por esto había llegado a la ciudad y por
ella había recurrido al exilio los últimos años. Era tiempo de probarse a si misma,
tiempo de retribución y venganza; pero si quería aumentar sus chances de
victoria iba a necesitar ayuda, toda la que pudiera conseguir.