viernes, 1 de octubre de 2010

Tributo a Howard Phillips Lovecraft : Capítulo 1

John F. Reviere

La astronomía siempre fue una afición para mí, ya desde niño me escapaba por la puerta trasera de mi hogar en Providence rumbo a la zona más alta del prado donde la vista era única y magnifica, allí el susurro del viento era mi compañía y las luces del firmamento las protagonistas de mi imaginación; el aire que se filtraba a través de la arbolada junto con la sal del mar en la lejanía, allí mi imaginación era la dueña y mi compañía junto con el firmamento, el lienzo que me sumía en el sueño en vida, añoro esas mágicas puestas de sol y noches en otoño.
Mas allá por la plaza y la avenida estaba ese destino, el que día por medio me esperaba una hora antes de de la cena, bordeando las últimas casas sobre las afueras de la avenida donde se encontraban esos famosos tejado empinados y manchados de blanco y negro tan característicos

Providence es mi hogar y el de mi familia, así lo sentí siempre, aun mientras la rebeldía propia de la adolescencia se manifestaba fuertemente, podía entender por que mi familia nunca se mudo a pesar de las oportunidades laborales lejos de allí; ningún lugar conocido podía combinar tan perfectamente el misterio nacido de sus fachadas de madera y techos empinados, sumado a los habitantes tan clásicos, congelados en el tiempo junto con la tradición de nuestros antepasados, abuelos y padres que lograron con esfuerzo crear un lugar de ensueño, como suspendido en el tiempo nacido de un anhelo tan profundo como onírico hace ya cientos de años.

Pocas veces me aleje de Rhode Island, y eso no me trajo mas que tristeza siempre; recuerdo esas vacaciones en la casa de mi tío Albert al norte de Virginia, en ese entonces ya casi terminaba mi niñez pero aun conservaba mi sentido de aventura tan inocente que me incitaba a caminar los bosques cercanos y extrañas cuevas en las lejanías pero realmente no era lo que esperaba, ese aire hundido en polvo no podía estimular mi mente, lograr una fantasía mas allá del presente, el aquí y el ahora; ese transe único logrado por la sal del mar en el ambiente.

Con el pasar de los años mis intereses se volvieron mas selectivos, robándome horas de sueño entre escritos y el contemplar de las estrellas. Una noche despejada de verano, decidí tras un gran debate interno optar por la escritura como oficio y los cielos como distensión.
Avanzada mi adolescencia pero con estudios aun pendientes encontraba un habito realmente placentero pasar mis tardes leyendo en el porche de mi casa, donde la leve brisa refrescaba mi mente y lo era suficientemente amistosa como para mantener mis papeles al margen de la mesa; en esos tiempos ansiaba graduarme en literatura lo mas temprano posible y poder compartir con mundo historias fantásticas profundas e únicas que surgían en mis fantasías

Así es como luego de 10 años de esfuerzo tenia mi vida encaminada, había formado una familia con Mary Monroe; hermana de Henry Monroe, gran amigo y colega en la universidad y me había vuelto un reconocido escritor (el mejor de Rhode Island sin decir mas), y aunque la situación económica no era de las mejores yo era feliz realmente, con la herencia de mis padres compramos una casa cerca de esos prados que me vieron volar mi imaginación de niño, construí en la habitación un balcón para poder relajarme y escribir durantes las noches.

Todo fue armonía hasta esa mañana de de verano cuando me extendí hasta largas horas de la mañana siguiendo una idea inconclusa,ese fue el comienzo.
Mi esposa se encontraba en la ciudad y allí estaría durante toda la semana, en una exposición de cuadros que había restaurado el museo nacional de historia en Washinton; así que aproveche los días para concentrarme en mi siguiente novela, la cual debía ser la cumbre de mi carrera luego el éxito de “El Umbral”

Había pasado largas noches sin dormir buscando ese hilo delgado que comienza a tejer el nudo de una gran historia, y cuando finalmente apareció la idea inicial y pude apoyar la pluma sobre el papel de repente las tinieblas me envolvieron, la lámpara de gas no solo se apago por esa ventisca helada sino que rodó por el suelo y se perdió entre las rejas del balcón, esa helada también congelo mi cuerpo y se llevo por los aires mis papeles, en la oscuridad inocentemente intente agarrarlos antes que otro vendaval me los arrebatara hacia el techo, ahí fue cuando lo vi.
Situé mis ojos en el cielo por un segundo buscando las hojas perdidas cuando me atrapo por completo la imagen de un hermoso cometa de cola carmesí que avanzaba magnifico por el cielo oscuro; entre las estrellas en la noche era sin duda una chispa que iluminaba con su propio poder alzándose sobre todo, lo seguí con la vista durante unos segundos hasta verlo desaparecer mas allá del mar pero no en vano lo contemple ya que durante su caída efímera le pedí a cambio un deseo, como solía hacer de niño: “Crear la aventura mas grandiosa” fue la ambición que le confié a la estrella, a los pocos minutos trate de ordenar mi mente y fui a recuperar la lámpara y los escritos a medias que eventualmente terminaron en el suelo cuando note un leve movimiento en el suelo que hizo temblar los vidrios de la casa pero no paso de allí; minutos mas tarde asegurándome que todo se había calmado me note realmente cansado cuando vi como aparecían los primeros cambios en el cielo y me di cuenta que era realmente muy tarde. Así decidí terminar el día finalmente recostado en mi habitación pensando en comprar alguno de esos nuevos telescopios tan avanzados que venden en la ciudad, hasta que el sueño me encontró.

2 comentarios:

  1. Me gustan mucho tus historias ♥
    En especial me gustaría que sigas con "Entre Sombras" y "La última Fantasía".
    Ójala escribieses más seguido~~

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  2. Gracias, como habrás visto tengo tendencia a dejar las cosas por la mitad, sumado que soy algo colgado pero estoy tratando de ponerme las pilas ;)
    Pienso intercalar “tributo a h.p.l.” con esas dos que mencionaste ya que merecen sin duda una continuación y desenlace así que próximamente andarán por aca

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