miércoles, 19 de enero de 2011

Tributo a Howard Phillips Lovecraft: Capítulo 3

La noticia

El incesante sonar del teléfono me despertó de golpe a la madrugada, pese a que ya por costumbre había logrado conciliar el sueño muy avanzada la noche y que nunca sufrí
de sueño pesado, recién logre atenderlo al séptimo u octavo timbre. El resultado del llamado anulo todo indicio restante de sueño y cansancio en mí

- “¿Si? Aquí John Reviere… ¡¿Que?! ¡¿Como que murió Alphonse!? , Salgo de inmediato para allá!” Respondí al tiempo que colgaba con furia el aparato.

Con prisa ataque mi ropero en busque una camisa oscura y un pantalón a juego, los rocié de colonia para matar el olor a naftalina; recuerdo haber escrito una nota para Mary antes de salir aunque el contenido realmente escapo de mi mente volviendo a mi memoria solo los movimientos irregulares y temblorosos de mi pluma, confió haber explicado la situación claramente.
Un abrigo se interpuso en mí salida junto con las llaves del auto que olvide sobre la mesita de la entrada, ya con las manos ocupadas cerré la puerta y al siguiente momento me encontraba en la cochera encendiendo al auto el cual ,en respuesta a mi torpe apuro, rugió de dolor al arrancar

Solo unos pocos minutos me alcanzaron atravesar el pueblo y encontrar en la entrada a la interestatal. Por esos momentos aun me encontraba parcialmente conciente sumergido en ideas arremolinadas y recuerdos, pero gradualmente la soledad, quien comenzaba a invadirme durante el pasar de las horas, empezaba a negar parcialmente la conexión con la realidad a la vez que me envolvía en ella. Ya pasada unas horas sobre la carretera me encontraba a mitad de camino cuando termine totalmente sometido a un oscuro vació, este deposito una niebla densa en mi cabeza mientras dotaba de exagerado peso a mis piernas quienes aplastaban el acelerador tanto que solo me di cuenta de la velocidad irracional a la que marchaba cuando las líneas amarillas de la ruta que se separaban normalmente por unos centímetros comenzaban a alinearse más y más hasta volverse continuas. Aun no puedo jurar que sucedió con certeza pero por un momento las sentí volviéndose un lazo ocre que me atrapaba arrastrándome con una violencia inusitada hacia un destino incierto más allá un acantilado sobre una curva cerrada.
Mis ojos se cerraron por un instante y al abrirlos me devolvieron toda la realidad bruscamente, gracias a dios junto con ella volvieron mis reflejos que no pidieron permiso y golpearon el volante bruscamente alejándome de esa curva mortal pero no sin antes castigarme a mí y al auto contra una pared.

El dolor fue inevitable y necesario, dibujando una línea de sangre en mi frente y aplastando la puerta del auto del lado del conductor. Me tome unos segundos para comprobar ambas heridas y analizar lo sucedido, hacia 3 horas que me encontraba transitando la carretera de manera inconciente como quien evade totalmente la razón de sus actos. Conciente que no podía seguir conduciendo en ese estado me senté sobre una roca de base ancha para tratar de recuperarme; minutos pasaron entre nostalgia, incertidumbre e ira que se abalanzaron inundandome

-“¿Como pudo morir Alphonse? Mi primo siempre fue un hombre sano pese a su arremolinada vida, poseía esa chispa que encendía un ápice de alegría en cualquier corazón, realmente era un buen hombre, ¡¿Como pudo pasarle aquello? Me niego a creerlo, no puedo creerlo, es inconcebible…!” discutí conmigo en voz alta hasta finalmente entender a la fuerza que no había nada mas que hacer ni preguntar; una lagrima rodó por mi mejilla mientras el amanecer compartía algo de compasión. Ya en mis cabales retome mi camino para afrontar la verdad.


El sol pleno iluminaba los cielos cuando llegue a la casa de Alphonse, deposite el auto a un costado y me dirigí a la entrada; luego de avanzar me tope con su hermana (la cual le llevaba varios años de edad y hacia tiempo no veía) quien con una mirada de condolencia y un abrazo calido me recibió, no cruzamos muchas palabras ya que por mi mirar ella entendía que compartíamos la perdida con la misma intensidad de dolor. En silencio me adentre a la casa, allí se encontraban varios conocidos a los cuales ignore por el momento para ir a demostrarle mis respetos al difunto.
Tan pálido, helado e inmóvil me encontré frente al féretro que difícilmente un extraño podrían haber distinguido quien era el muerto entre ambos, sus ojos cerrados y esa tímida mueca escapándose de sus labios demostraban una leve tranquilidad que no hizo más que detonar una profunda tristeza en mi corazón. Así quede pasmado por unos minutos en silencio frente a él tratando de aceptar la verdad hasta que se me acerco la quien podría haber sido la viuda si Alphonse hubiera superado su miedo al compromiso; ella apretó mi mano en gesto de apoyo pero ya no pude soportar mas y termine en llanto sobre sus hombros; extraño para cualquiera se volvió esa situación donde se veía a ella consolándome cuando debería haber sido completamente alrevez pero todos sabían que él era un hermano para mi.
Con el pasar de las horas la situación se volvía más resistible, hablando con la familia y amigos me entere que la causa fue un ataque al corazón, algo bastante común en nuestra familia lamentablemente. Así conversando paso el tiempo hasta que llego el momento de dirigirnos al cementerio donde seria finalmente despedido; allí un sacerdote esperaba para decir algunas palabras, sus oraciones resbalaron de mis oídos y al poco tiempo me encontré viendo como comenzaban a tapar el féretro con tierra.
Allí quede inmóvil hasta que el último grano de tierra cayo, fue ahí cuando sentí un brazo que me tocaba el hombro y decía mi nombre; me di vuelta y encontré a un hombre alto, delgado de facciones marcadas tapado con un abrigo marrón

- “Mi nombre es Walter Aylward, inspector encargado de la muerte de Alphonse Reviere. Me gustaría hacerle unas preguntas en la central” dijo con una voz fría y firme
- “No entiendo a que se refiere, ¿ Por que me necesita?” replique confundido ante la situación
- “Existe la posibilidad que su primo haya sido asesinado”

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