jueves, 10 de noviembre de 2011

Retazos desde el otro lado

Intriga

Siempre creí que la igualdad no existe en este mundo, desde siempre los hombres necesitaron saber que existe un eslabón superior y que era allí en lo único que podían depositar ciegamente su confianza. Conceptos como fe y lealtad nacieron para controlar y simplificar la vida de la gente, mientras la primera prometía un lugar mejor en otra vida a coste de esfuerzo, la segunda mantenía el orden en el mundo terrenal; los origines de estos dos conceptos aunque misteriosos y lejanos no son muy distantes entre si ya que ambas ideas validan el poder de la otra mientras compiten por el premio mayor: El reconocimiento.
Ahora que pude trasmigrar mi condición mortal puedo verlo mas claramente pero mi objetivo no es extenderme demasiado, propongo que continuemos este viaje al pasado donde encontraremos en caminos distantes el final de este capitulo

La sangre brotaba por todo su cuerpo dejando su rostro, y el fino tapiz del suelo, irreconocible; los soldados no sabían la razón por la cual castigaban salvajemente a un mero sirviente pero una orden era una orden y mas si venia del hijo del Rey. Golpe tras golpe terminaron por pasar varios minutos hasta que la palabra de alto llego, los cinco guerreros detuvieron su acometida alzando el cuerpo apenas conciente para que ser interrogado por el príncipe; él hasta ese momento solo se había limitado a disfrutar ese vals de violencia y sangre con una gran sonrisa, mueca que se acrecentaba por cada gota de sangre caída al suelo descubriendo así sus blancos y filosos dientes cual depredador
- “Dime estimado sirviente ¿Quien piensas que es mas grande en este mundo, tu Rey o tu Dios?” Preguntó con cierta malicia el futuro heredero a la corona Charles II a un maltrecho y golpeado sirviente
- “¡Mi rey, gran señor; en el deposito mi vida y la de mi familia!”-dejo escapar la destrozada boca del torturado hombre; tratando de enmendar algún error pasado continuó -“Le pido disculpas por...”
-“¡Silencio!, eso ya paso. Me agradan tus palabras, esa es la respuesta que esperaba, has cambiado tus ideales por tu vida y eso me parece justo” dijo mientras sacudía sus ropas y daba media vuelta con intención de partir, pero luego de unos dos pasos se detuvo –“Un hombre muy sabio me contó una vez que a pesar de que uno pase a mejor vida, sus ideales continúan viviendo. Su destino fue la muerte, realmente me encontraba intrigado por comprobar su teoría; ahora tú has hecho justamente lo contrario dejando morir tus creencias para que tu cuerpo siga respirando, entonces ¿No crees que lo justo sería que te desprendas de toda creencia anterior si has decidido seguir viviendo?
Tengo entendido que el rezo a tu dios se realiza con ambas manos, ¿Verdad?; bien, como hoy me siento generoso considera lo siguiente como un regalo de tu futuro Señor para mantener firme tu nueva convicción.
¡Soldados, arránquenle los dos brazos!”
Él era Charles II, primer hijo del Rey Charles y heredero de Albalice; llevaba para sus 18 años un ímpetu y orgullo difícil de describir, pocos podían sospechar que bajo su apariencia correcta e irreprochable se ocultaba un ser oscuro, inescrupuloso y perverso como jamás haya existido. Historias sobre su crueldad y accionar se mantenían ocultos entre la nobleza bajo la excusa su prestigio y honor, pero los rumores se esparcían libremente entre los plebeyos quienes normalmente las intercambiaban por una cerveza fría en cualquiera taberna barata.
Así se sabe sobre aquella ocasión que mando a colgar a un gran herrero por capricho, parece que meses antes le había encargado forjar la mejor espada del reino y una vez terminada lo acuso de traidor y le dio muerte solo para que nunca jamás vuelva crear un arma tan perfecta y magnifica, o al menos eso se cree. Se rumorea también sobre gran cantidad de mujeres asesinadas luego de pasar una noche con él, ante la posibilidad de que su semilla diera frutos o también sobre la misteriosa desaparición de su primo, tras atreverse a ganarle en una justa amistosa.
Todas ellas verdades en parte y otras muchas mas que no vienen al caso. Pero lo que hoy nos concierne es una reunión entre el Rey y las familias más poderosas de Albalice durante el comienzo de un largo verano.
Esa fresca mañana la brisa matutina traía consigo un gran numero carruajes de los más refinados y bellos en todo el reino, como era de esperar el Rey y príncipe no recibieron a sus invitados sino que aparecieron una vez todas las familias se encontraban acomodadas en un hermoso salón delicadamente arreglado, allí la bebida y comida era digna del paladar mas rebuscado y exquisito llenando no solo el estomago sino también espíritu. El joven Charles se pavoneaba como de costumbre ante las diferentes muchachas que se encontraban allí mientras su padre se encargaba de hacer política, saludando a los diferentes líderes y personas influyentes que se acercaban a su trono. El viejo rey se llenaba los oídos de halagos y palabras elocuentes mientras el príncipe hacia lo propio con las miradas pudorosas de las jóvenes presentes, pero eso no hacia más que llenarle el ego momentáneamente; lo que él realmente disfrutaba eran los retos. Así fue como encontró a la hija de los Rassel con su vista clavada a través de la ventana, ese claro desinterés sumado a un gesto risueño y esperanzado atrajo la atención de Charles hacia ella
-“Señorita, me temo que no nos presentaron. Soy Charles II, futuro Rey de estas tierras; ¿A quien tengo el gusto de dirigirme?”- dijo con elegancia y orgullo encontrando una respuesta no tan acorde a su interés
-“Mi señor, mi nombre es Eva Rassel. Un gusto conocerlo”-
Así fue como pese a los intentos posteriores de abrir un nuevo tema de conversación, Charles siempre se encontraba con una puerta cerrada; la joven le respondía con delicadeza pero sin más, como si mas allá de él y su palacio residieran los pensamientos de ella; algo completamente inconcebible para el joven príncipe
- “Señorita Eva, ¿Le molesta si la llamo simplemente Eva? En agradecimiento deje de lado las formalidades y llámeme Charles a secas. Veo que disfruta de la vista de los jardines, si quiere se los puedo enseñar”- esbozando un nuevo intento de captar algo de atención, logrando esta vez una respuesta mas significativa
-“Mi señor… digo, Charles…. realmente su parque presenta una belleza sin igual digna de Ud, pero lo que cautiva mi interés no son sus elegantes arbustos o sus frescas flores sino es el rápido paso del tiempo. Al final de esta estación voy a casarme y aun se me dificulta acallar a este ansioso corazón, no puedo parar de contar los días “- respondió con mirar risueño y un súbito brillo en sus ojos
-“Me alegra escuchar sus palabras Eva, ¿Tengo el agrado de conocer al afortunado?”- dijo dejando escapar entre dientes esas palabras
-“No lo creo, su nombre es Thomas Lockward cabeza de la familia Lockward y el dueño de mi amor”
La conversación extrañamente había cambiado de un momento a otro, tomando rumbos oscuros e inesperados; mientras ahora Eva se encontraba distendida hablando cómodamente e ingenuamente de sus planes, Charles se mantenía absorto en sus pensamientos, respondiendo casi inconcientemente mientras la plática fluía. En su cabeza solo la lujuria y lo prohibido resonaban en su mente, él quería a esa mujer, la deseaba, necesitaba poseerla y no iba a parar hasta hacerla finalmente suya.

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