Un aroma dulce y embriagante comenzó a alejar del
mundo de los sueño al pobre noble devenido en nadie. Este, medio despierto, se
encontró automáticamente bebiendo de un vaso sin darse cuenta, ese liquido no
solo calmaba su sed sino le brindaba un placer completamente negado hacia largo
tiempo. Sin duda era vino la sustancia que se deslizaba por sus labios,
brindándole calor a su cuerpo y energía a su espíritu. Cuando el líquido ceso
de fluir, Thomas finalmente abrió los
ojos encontrando frente a él a un rollizo caballero de ropas tan exóticas como
coloridas, dueño de un gentil rostro. Este le brindo un sincero saludo y
comenzó a alejarse rápidamente. El pobre Thomas
se sentía sumido como en una ilusión, parcialmente adormecido y sorprendido
por lo etéreo e irreal de la escena; tanto que le costaba reaccionar, generar
palabra alguna, escapar de ese estupor. A fuerza de voluntad logro formar un “¡Alto!” antes que el ser desapareciera
del lugar pero no fue suficiente para detenerlo ni para mantenerlo en la
realidad.
Sobre la tarde nuevamente la realidad lo atrapó con
el cantar de una pequeña ave sobre uno de los muros, esta picaba las paredes
desde el exterior generando un ritmo que se mezclaba con su tonada de manera casi
musical. El joven lockward desperezó su cuerpo encontrando, para su sorpresa, que
ahora no solo tenía su pierna liberada sino también uno de sus brazos, atónito
lo movió de un lado a otro sintiendo la libertad sobre él; si esto siguiera así
era cuestión de tiempo para que ese extraño sujeto lo libere por completo, solo
cuestión de paciencia pero ¿Seria él un aliado en verdad? Al parecer solo el
tiempo respondería esa pregunta.
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