- “Bien Jarc, ¿Cual es el plan? Apuesto que es uno muy brillante y osado.” inquirió el príncipe mientras dejaba los últimos detalles del ropaje y el equipo a su compañero, él se dio vuelta sorprendido por la pregunta y se tomo unos momentos, mas para preparar una actuación sorprendente y vanidosa que para armar su respuesta.
-“No quisiera preocuparlo con ello, su alteza, pero digamos que el plan llego a mi una lejana y ventosa noche. Me encontraba en la orilla de un río, antes rico en caudal ahora más bien una fuente menor. Allí una pequeña hoja flotaba capturada por el leve avanzar del río, yo sin querer comencé a juguetear con ella moviéndola con una ramita. En ese momento dirigí ese pequeño intento de balsa verde hasta que termino por chocar adrede un entramado de rocas al frente, continuando con mi juego, en vez de destrabarla para uno de los costados del obstáculo que la retenía, opté por guiarla a través de la pequeña fortaleza de piedra. Basándome en esa sencilla anécdota diseñe un entramado y agudo plan, el eje central del escape se centran en un pequeño y misterioso punto olvidado por los habitantes del castillo: El desagüe exterior de la zona sur…”
-“Lo sellaron hace dos días, redirigiendo el flujo a la salida Oeste”
Silencio, silencio y más silencio
-“¿…q…q…pero…como…QUE?!!!!!!!!!!!”- El rostro de Jarc se desencajaba en una mueca tragicómica solo antes vista en alguna rutina de humor grotesco sobre un escenario. Sus manos encontraron en su larga y oscura cabellera paz friccionando así sus uñas para descargar los nervios, pero lamentablemente para él no había una solución debajo. Se sentía como esos pequeños barcos de papel que flotan luego de las lluvias, siempre triunfantes y exitosos hasta que el material se humedece y encuentra el inevitable final en el fondo del lecho; ahogados, así se sentía Jarc en este momento. Reconociendo el estado terror y parálisis en su compañero, el príncipe acerco a su convaleciente salvador a la ventana que convenientemente había quedado abierta.
-“Cierra tus ojos y respira; siente la brisa sobre piel y el movimiento de las hojas. Eso es, continua así, solo déjate llevar por el viento como si fueras un pétalo atrapada en la corriente”- Guiándolo con sus palabras, alcanzo una silla y ubico al aturdido Jarc frente a la ventana, cuando este parecía estar finalmente relajado y recuperando su razón todo se vino abajo cuando al abrir los instintivamente los ojos reconoció encontrarse peligrosamente cerca de la ventana dando un salto y cayendo hacia atrás del asiento.
-“¡TODO ESTA MAL!, no podré salir de aquí y terminare decapitado en la misma plaza para mañana por la tarde…” comenzó a desesperarse mientras se incorporaba pero no vio venir la palma del niño que dio rápidamente en su rostro generando ese característico sonido.
-“Suficiente, hoy saldremos los dos pase lo que pase”- Con una mirada desafiante y digna de un futuro rey, el príncipe calmo a su compañero quien podría haber jurado ver un adulto frente a él, pero esto duro poco ya que enseguida el pequeño recuperó ese tinte alegre y risueño propio de la niñez para terminar agregando -"Creo que tengo un plan”
Hoy nos encontramos aquí en esta pequeña sala, alumbrada por velas y rodeada de miles de botellas rescatadas de entre los 7 mares, cada una atesorando un cuento único. Por siglos, bajo la mirada de la luna y el abrigo del mar han sido celosamente guardados, tomados por perdidos y olvidados; pero a pesar de lo que se cree nunca vagaron sin rumbo ya que están atados por hilos invisibles que unen un gran hecho a buen oyente.Ahora estas aquí, déjame agasajarte con una historia, estas listo?
jueves, 26 de enero de 2012
jueves, 19 de enero de 2012
Crónicas de Viento y Sombra: Capitulo 4
-“Y bien Príncipe, ¿que espera?”- Replicaba el impaciente Jarc ante la tardanza del pequeño Eduard, el niño entusiasmado había comenzado a armar su equipaje para “el gran viaje”. Sacaba un par de cosas por allí, otras por acá, ropas, dinero, objetos de todo tipo y tamaño terminaban dentro un antiguo y amplio cofre. Cuando el guerrero estaba apunto de regañar al niño por su accionar se dio cuenta de lo gracioso de la escena así que se guardo el comentario junto con una leve sonrisa; para cuando el príncipe termino (no sin antes subirse encima del cofre para poder cerrarlo ante tantas pertenencias) miró con alegría a Jarc, una alegría efímera que se volvió mueca caprichosa cuando escuchó por parte de su futuro compañero de aventuras -“Mira que yo no llevaré tus cosas”
-“Vamos, te daré una mano”- y arrojando el ropaje hacia un costado Jarc comenzó a separar lo realmente útil –“Bien, estas telas livianas no solo te serán fácil de transportar sino que te servirán ante el calor y la arenas del desierto; esto no sirve, esto tampoco (gorros y capas volaban hacia el armario), ¿Estaba pensando en llevar estos pantalones de seda? Mala decisión, terminarían en añicos antes de salir del país…”- mientras seguía señalando las ventajas y desventajas de cada vestimenta, Eduard se quedaba a un lado con los ojos abiertos mientras pensaba a cada palabra y cada lugar que su compañero mencionaba una aventura sin igual. –“Toma, te envolví en una manta el ropaje que llevaras. Es liviano así que serás capaz de cargarlo tu mismo” dijo alcanzándoselo. -“¿Acaso piensas viajar con prendas de dormir?”- señalando las vestimentas del pequeño -“búscate algo oscuro y cómodo para salir del castillo, no queremos llamar la atención de nadie. Deberías tener algo en ese mueble.”- refiriéndose a un armario amplio y grande sobre la pared. El príncipe se acerco lentamente y comenzó a revolver entre cosas viejas algo de cualidades similares a la mencionadas por su salvador, cuando finalmente dio con ellas volteo hacia su compañero con el rostro ligeramente colorado –“Me voy a cambiar, no voltees”
Mientras tanto el Jarc, quien aun se preguntaba como pasó de secuestrador inescrupuloso a compañero de aventuras, observaba con detenimiento la alcoba. Pese a ser la elegante habitación del mismísimo hijo del rey, transmitía una sensación de melancolía y depresión; las paredes grises estaban tan alejadas que daban una impresión de vació, sumado a las finas terminaciones a los bordes de la cama y los detalles en plata del armario podría jurar que ese lugar le transmitía la misma deprimente sensación que sintió al entrar al lecho del difunto Grag II, luego de su funeral; una sensación a muerte.
-“Ya puedes girar, Sir Solo”- así el guerrero volvió nuevamente su atención al niño, una capa azul oscura ocultaba gran parte de su cuerpo y con ello el chaleco marrón que cubría parte de una camisola roja. Cuando vio el rostro de aprobación de Jarc, se acerco a este y entrego un delicado cofre seguramente destinado a alhajas, con una señal el príncipe le indico que lo abra. Allí, en ese pequeño estuche había oro de un valor tan grande que ni toda la fortuna que había visto en su vida se acercaba. Lo curioso era que también allí había varios dibujos sobre lugares que el príncipe nunca conoció y añoraba ver algún día.
-“Guardaba el dinero para poder explorar el mundo una vez curado de mi…, en fin, parece que el momento llego antes de lo previsto. Confió que lo administrarás bien, Jarc Solo y también cuidaras de mis sueños”- con los ojos brillosos y el rostro lleno de esperanza le encargaba sin recelo algo mas que una fortuna, su vida. El corazón del guerrero dio un vuelco, no podía seguir así, llevar al primogénito del Rey Mordath Albatros a las garras del general Draknar solo para ser objeto de negociación no estaba bien; no es que fuera la persona más honorable del mundo pero robarle la inocencia a un niño pequeño (por más que sea el futuro rey del imperio Arcadius) estaba mas allá de su alcance.
Siguiendo la mirada expectante del niño, Jarc casi cómo un sonámbulo vació el contenido del cofrecillo en una bolsa que ato a su cintura devolviendo el contenedor nuevamente al armario. Pero el peso era grande, no el de las monedas sino el de la culpa; llevándolo a punto de contarle toda la verdad
-“Míra León yo…”- pero el príncipe rápidamente replico como si no lo hubiera escuchado
-“Sabes sir Jarc, hacia semanas que no me sentía tan bien. Recién hoy tras su llegada pude ponerme en pie, pase días y días postrado sobre mi lecho; hasta llegue a pensar que finalmente mi tiempo había llegado s u fin hasta que llego Ud. Hace años que venia esperando a un salvador, a la persona que me sacaría de esta prisión y me acompañaría por el mundo y ahora que lo tengo me siento fuerte como nunca, preparado para superar cualquier adversidad. Un amigo me dijo una vez: Cosas buenas le pasan a la gente buena. No lo creí hasta el día de hoy, gracias”- le confesó abriendo su corazón, sin darse cuenta el príncipe terminó abrazando las piernas de su compañero (debido a la diferencia de altura); suerte para Jarc que el pequeño no levanto su rostro por que lo hubiera encontrado al borde de las lagrimas.
Durante su estadía lejos de Esven, Jarc conoció muchas cosas, tanto buenas como malas, pero una de ellas fue lo que mas le causo impresión fueron: niños huérfanos. El exilio era un lugar tan seco que se escucha el suelo resquebrajarse durante la tarde y la flora se limitaba a enredaderas parasito que se alimentaban y vivían dentro de esqueleto de árboles muertos. La única certeza allí era la sed, y no solo de líquido sino de todo tipo; Jarc había terminado en un pequeño pueblo luego de una gran pelea con su hermano, gracias a varios contactos no se le dificultó encontrar un trabajo cómodo y con una paga razonable. La posada del minero se llamaba, era un lugar mantenido por la corona que daba hospedaje gratuito no solo a los campesinos que trabajan en las áridas minas del exilio sino también a sus familias; Él era el encargado de ese lugar y si antes de esa vida era un noble caprichoso y exquisito, la realidad del lo había golpeado duramente en la cara volviéndolo el hombre que es ahora. Los derrumbes tomaban vidas a diario mientras la gente en las calles moría de inanición, las mujeres que perdían a sus esposos no les quedaba alternativa que trabajar en el burdel y en el peor de los casos hasta los hijos terminaban allí. Fue una noche calida como otras que Jarc se acerco a ese lugar de mala muerte para averiguar que había sido de una numerosa familia que vivía en su hospedaje cuando vio niños allí, pequeños que poseían los ojos lo mas triste que se podría encontrar en el mundo, huérfanos que les habían arrancado su niñez de las formas mas crueles y perversas; nunca se lo contara pero el guerrero lloro toda esa noche. Al día siguiente el pecado fue purificado con fuego y nunca nadie supo la verdad
Reviviendo en retrospectiva esa situación al ver nuevamente esos ojos marcados por la tristeza del muchacho finalmente decidió que no dejaría al príncipe caer en las manos de su hermano y pudrirse en una prisión de Esven, no sabia como pero estaba seguro que de algún modo iba a recuperar las tierras verdes y al mismo tiempo enseñaría al pequeño a vivir.
- “Agradezco tus palabras y la confianza León, no lo defraudare”
-“Vamos, te daré una mano”- y arrojando el ropaje hacia un costado Jarc comenzó a separar lo realmente útil –“Bien, estas telas livianas no solo te serán fácil de transportar sino que te servirán ante el calor y la arenas del desierto; esto no sirve, esto tampoco (gorros y capas volaban hacia el armario), ¿Estaba pensando en llevar estos pantalones de seda? Mala decisión, terminarían en añicos antes de salir del país…”- mientras seguía señalando las ventajas y desventajas de cada vestimenta, Eduard se quedaba a un lado con los ojos abiertos mientras pensaba a cada palabra y cada lugar que su compañero mencionaba una aventura sin igual. –“Toma, te envolví en una manta el ropaje que llevaras. Es liviano así que serás capaz de cargarlo tu mismo” dijo alcanzándoselo. -“¿Acaso piensas viajar con prendas de dormir?”- señalando las vestimentas del pequeño -“búscate algo oscuro y cómodo para salir del castillo, no queremos llamar la atención de nadie. Deberías tener algo en ese mueble.”- refiriéndose a un armario amplio y grande sobre la pared. El príncipe se acerco lentamente y comenzó a revolver entre cosas viejas algo de cualidades similares a la mencionadas por su salvador, cuando finalmente dio con ellas volteo hacia su compañero con el rostro ligeramente colorado –“Me voy a cambiar, no voltees”
Mientras tanto el Jarc, quien aun se preguntaba como pasó de secuestrador inescrupuloso a compañero de aventuras, observaba con detenimiento la alcoba. Pese a ser la elegante habitación del mismísimo hijo del rey, transmitía una sensación de melancolía y depresión; las paredes grises estaban tan alejadas que daban una impresión de vació, sumado a las finas terminaciones a los bordes de la cama y los detalles en plata del armario podría jurar que ese lugar le transmitía la misma deprimente sensación que sintió al entrar al lecho del difunto Grag II, luego de su funeral; una sensación a muerte.
-“Ya puedes girar, Sir Solo”- así el guerrero volvió nuevamente su atención al niño, una capa azul oscura ocultaba gran parte de su cuerpo y con ello el chaleco marrón que cubría parte de una camisola roja. Cuando vio el rostro de aprobación de Jarc, se acerco a este y entrego un delicado cofre seguramente destinado a alhajas, con una señal el príncipe le indico que lo abra. Allí, en ese pequeño estuche había oro de un valor tan grande que ni toda la fortuna que había visto en su vida se acercaba. Lo curioso era que también allí había varios dibujos sobre lugares que el príncipe nunca conoció y añoraba ver algún día.
-“Guardaba el dinero para poder explorar el mundo una vez curado de mi…, en fin, parece que el momento llego antes de lo previsto. Confió que lo administrarás bien, Jarc Solo y también cuidaras de mis sueños”- con los ojos brillosos y el rostro lleno de esperanza le encargaba sin recelo algo mas que una fortuna, su vida. El corazón del guerrero dio un vuelco, no podía seguir así, llevar al primogénito del Rey Mordath Albatros a las garras del general Draknar solo para ser objeto de negociación no estaba bien; no es que fuera la persona más honorable del mundo pero robarle la inocencia a un niño pequeño (por más que sea el futuro rey del imperio Arcadius) estaba mas allá de su alcance.
Siguiendo la mirada expectante del niño, Jarc casi cómo un sonámbulo vació el contenido del cofrecillo en una bolsa que ato a su cintura devolviendo el contenedor nuevamente al armario. Pero el peso era grande, no el de las monedas sino el de la culpa; llevándolo a punto de contarle toda la verdad
-“Míra León yo…”- pero el príncipe rápidamente replico como si no lo hubiera escuchado
-“Sabes sir Jarc, hacia semanas que no me sentía tan bien. Recién hoy tras su llegada pude ponerme en pie, pase días y días postrado sobre mi lecho; hasta llegue a pensar que finalmente mi tiempo había llegado s u fin hasta que llego Ud. Hace años que venia esperando a un salvador, a la persona que me sacaría de esta prisión y me acompañaría por el mundo y ahora que lo tengo me siento fuerte como nunca, preparado para superar cualquier adversidad. Un amigo me dijo una vez: Cosas buenas le pasan a la gente buena. No lo creí hasta el día de hoy, gracias”- le confesó abriendo su corazón, sin darse cuenta el príncipe terminó abrazando las piernas de su compañero (debido a la diferencia de altura); suerte para Jarc que el pequeño no levanto su rostro por que lo hubiera encontrado al borde de las lagrimas.
Durante su estadía lejos de Esven, Jarc conoció muchas cosas, tanto buenas como malas, pero una de ellas fue lo que mas le causo impresión fueron: niños huérfanos. El exilio era un lugar tan seco que se escucha el suelo resquebrajarse durante la tarde y la flora se limitaba a enredaderas parasito que se alimentaban y vivían dentro de esqueleto de árboles muertos. La única certeza allí era la sed, y no solo de líquido sino de todo tipo; Jarc había terminado en un pequeño pueblo luego de una gran pelea con su hermano, gracias a varios contactos no se le dificultó encontrar un trabajo cómodo y con una paga razonable. La posada del minero se llamaba, era un lugar mantenido por la corona que daba hospedaje gratuito no solo a los campesinos que trabajan en las áridas minas del exilio sino también a sus familias; Él era el encargado de ese lugar y si antes de esa vida era un noble caprichoso y exquisito, la realidad del lo había golpeado duramente en la cara volviéndolo el hombre que es ahora. Los derrumbes tomaban vidas a diario mientras la gente en las calles moría de inanición, las mujeres que perdían a sus esposos no les quedaba alternativa que trabajar en el burdel y en el peor de los casos hasta los hijos terminaban allí. Fue una noche calida como otras que Jarc se acerco a ese lugar de mala muerte para averiguar que había sido de una numerosa familia que vivía en su hospedaje cuando vio niños allí, pequeños que poseían los ojos lo mas triste que se podría encontrar en el mundo, huérfanos que les habían arrancado su niñez de las formas mas crueles y perversas; nunca se lo contara pero el guerrero lloro toda esa noche. Al día siguiente el pecado fue purificado con fuego y nunca nadie supo la verdad
Reviviendo en retrospectiva esa situación al ver nuevamente esos ojos marcados por la tristeza del muchacho finalmente decidió que no dejaría al príncipe caer en las manos de su hermano y pudrirse en una prisión de Esven, no sabia como pero estaba seguro que de algún modo iba a recuperar las tierras verdes y al mismo tiempo enseñaría al pequeño a vivir.
- “Agradezco tus palabras y la confianza León, no lo defraudare”
domingo, 15 de enero de 2012
Crónicas de Viento y Sombra: Capitulo 3
Al cabo de unas pocas horas el dormitorio del príncipe Eduard había pasado de elegante alcoba a “uno con el caos mismo”. Ya dentro esta imagen golpeo sorpresivamente la mente de los recién llegados dejándolos unos instantes paralizados; desorden y ausencia total era lo único que reinaba a vista. La reacción del viejo Willburt fue sorpresiva, se arrodillo sacudiendo su cabeza con desesperación de un lado a otro dejando escapar balbuceos e incoherencias; su mente lo torturaba continuamente con cientos de imágenes, todas ellas sobre posibles y trágicos desenlaces para la vida del convaleciente niño. A su lado Jedediah Nigel, quien ni por un instante había perdido su norte, comenzaba a tomar una profunda bocanada de aire, ahora más que nunca necesitaba su mente bien clara y sus sentidos agudizados al máximo si quería llegar a la verdad pero estos captaban susurros extraños y el respirar irregular provenientes de Willburt. El caballero había perdido finalmente la paciencia, necesitaba actuar bien y pronto, así que antes de darse cuenta el sollozo consejero termino empujado y encerrado en el armario.
-“¡Suficiente Willburt, no me dejas pensar!, quédate ahí adentro y no salgas hasta que yo lo diga”- Una vez sin distracciones Jade inicio el ritual nuevamente, respiración profunda, mente en blanco evocando imágenes de las antiguas visitas a la recamara y combinándolas con su experiencia; a la décima inhalación sus ojos se abrían develándole nuevos secretos. Su mirar se centró en primera medida sobre la alfombra encontrando sucias pisadas de botas, claramente alguien había ingresado en la habitación por la puerta, a juzgar por su tamaño seguramente fue un hombre de gran tamaño, a un costado resaltaban un pequeño vaso lleno de agua sobre el mueble y las vestimentas del príncipe prolijamente dobladas a los pies de la cama, esto era un indicio de algo aunque no estaba seguro pero posiblemente delataban un accionar sin violencia; estos detalles eran tan extraños y únicos como la situación misma.
-“Auuuuch!” se escucho súbitamente dentro del armario, entre saltos y gritos Willburt escapo al exterior del guardarropa captor tirando la puerta abajo y avanzó entre saltos agarrándose la planta del pie
-“¿Que sucede ahora?”- Inquirió el noble caballero mientras intentaba acallar esa voz en la cabeza que quería mandarlo a volar a través de la ventana.
-“ La planta del pie! Haayy!, tengo algo, quítamelo pero con cuidado…”- pidió a Sir Nigel mientras alejaba el rostro para no verse la herida. Su compañero echó un vistazo al dolorido pie frente a él identificando un pequeño broche clavado, no le faltaban las ganas de sacar de un tirón el objeto pero corría el riesgo de despertar a todo el castillo con los gritos de su compañero así que procedió con cuidado, alcanzó una bufanda del suelo para que el consejero muerda y al termino de tres tenia el adorno en la mano. Aunque cualquiera se quedaría examinando el fino oro y la corona estampada en el elegante prendedor, Jade se encontraba mirando fijamente el armario mientras giraba el objeto en sus manos, había algo que no terminaba por entender.
El dolorido consejero quien aun sentía un leve pinchazo opto por correr las cosas sobre una silla cercana y pasó a sentarse, la hinchazón seguía molestando llevándolo a contorsionar su huesudo cuerpo para intentar ver los restos de la herida, fue allí cuando noto varios ejemplares de cuentos infantiles desparramados debajo de la cama; con un poco de esfuerzo se arrodillo y extendiendo el brazo alcanzando uno a uno los tomos infantiles. Cada noche, antes de dormir el príncipe Eduard le pedía que leyera alguna de las tantas aventuras almacenadas allí; pese a que no era su trabajo Willburt accedía con gustoso ya que apreciaba al niño como su propio hijo. Ambos disfrutaban de los mas maravillosos cuentos, y al terminar la lectura charlaban sobre las aventuras que viviría Eduard cuando hubiera curado su padecimiento, el consejero a veces se sentía triste luego de dejar dormido al niño sin decirle la verdad pero él no tenia el corazón para confesarle sobre el carácter incurable de la enfermedad que aquejaba al joven.
Un libro cayó de la pila que había armado trayéndolo nuevamente a la realidad, sus manos se movieron acomodándolo nuevamente sobre almohada mientras hundido en tristeza y nostalgia dejaba escapar un susurro
- “Daría cualquier cosa por tu felicidad, ¿ lo sabes?…”-
- “¿Dijiste algo Willburt?”- La voz provenía de adentro del armario -“Creo que encontré algo, acércate talvez me seas de ayuda”- solicitó impaciente el caballero. La luz apenas llegaba allí dentro así que el viejo consejero se quedo sobre la puerta esperando a la salida de Jade, este aun de espalda revolviendo entre las pertenencias del joven extendió hacia atrás la mano acercando un pequeño cofrecito vacío de exquisito diseño.
-” ¿Tu que lo conocías mejor, sabes que almacenaba el príncipe aquí?“- Indago Jade mientras continuaba centrando su investigación sobre las cosas desparramadas allí dentro, pero la súbita respuesta capturó por completo su atención.
- “Eduard guardaba sus esperanzas en esta cajita”- respondió Willburt entre lagrimas.
-“¡Suficiente Willburt, no me dejas pensar!, quédate ahí adentro y no salgas hasta que yo lo diga”- Una vez sin distracciones Jade inicio el ritual nuevamente, respiración profunda, mente en blanco evocando imágenes de las antiguas visitas a la recamara y combinándolas con su experiencia; a la décima inhalación sus ojos se abrían develándole nuevos secretos. Su mirar se centró en primera medida sobre la alfombra encontrando sucias pisadas de botas, claramente alguien había ingresado en la habitación por la puerta, a juzgar por su tamaño seguramente fue un hombre de gran tamaño, a un costado resaltaban un pequeño vaso lleno de agua sobre el mueble y las vestimentas del príncipe prolijamente dobladas a los pies de la cama, esto era un indicio de algo aunque no estaba seguro pero posiblemente delataban un accionar sin violencia; estos detalles eran tan extraños y únicos como la situación misma.
-“Auuuuch!” se escucho súbitamente dentro del armario, entre saltos y gritos Willburt escapo al exterior del guardarropa captor tirando la puerta abajo y avanzó entre saltos agarrándose la planta del pie
-“¿Que sucede ahora?”- Inquirió el noble caballero mientras intentaba acallar esa voz en la cabeza que quería mandarlo a volar a través de la ventana.
-“ La planta del pie! Haayy!, tengo algo, quítamelo pero con cuidado…”- pidió a Sir Nigel mientras alejaba el rostro para no verse la herida. Su compañero echó un vistazo al dolorido pie frente a él identificando un pequeño broche clavado, no le faltaban las ganas de sacar de un tirón el objeto pero corría el riesgo de despertar a todo el castillo con los gritos de su compañero así que procedió con cuidado, alcanzó una bufanda del suelo para que el consejero muerda y al termino de tres tenia el adorno en la mano. Aunque cualquiera se quedaría examinando el fino oro y la corona estampada en el elegante prendedor, Jade se encontraba mirando fijamente el armario mientras giraba el objeto en sus manos, había algo que no terminaba por entender.
El dolorido consejero quien aun sentía un leve pinchazo opto por correr las cosas sobre una silla cercana y pasó a sentarse, la hinchazón seguía molestando llevándolo a contorsionar su huesudo cuerpo para intentar ver los restos de la herida, fue allí cuando noto varios ejemplares de cuentos infantiles desparramados debajo de la cama; con un poco de esfuerzo se arrodillo y extendiendo el brazo alcanzando uno a uno los tomos infantiles. Cada noche, antes de dormir el príncipe Eduard le pedía que leyera alguna de las tantas aventuras almacenadas allí; pese a que no era su trabajo Willburt accedía con gustoso ya que apreciaba al niño como su propio hijo. Ambos disfrutaban de los mas maravillosos cuentos, y al terminar la lectura charlaban sobre las aventuras que viviría Eduard cuando hubiera curado su padecimiento, el consejero a veces se sentía triste luego de dejar dormido al niño sin decirle la verdad pero él no tenia el corazón para confesarle sobre el carácter incurable de la enfermedad que aquejaba al joven.
Un libro cayó de la pila que había armado trayéndolo nuevamente a la realidad, sus manos se movieron acomodándolo nuevamente sobre almohada mientras hundido en tristeza y nostalgia dejaba escapar un susurro
- “Daría cualquier cosa por tu felicidad, ¿ lo sabes?…”-
- “¿Dijiste algo Willburt?”- La voz provenía de adentro del armario -“Creo que encontré algo, acércate talvez me seas de ayuda”- solicitó impaciente el caballero. La luz apenas llegaba allí dentro así que el viejo consejero se quedo sobre la puerta esperando a la salida de Jade, este aun de espalda revolviendo entre las pertenencias del joven extendió hacia atrás la mano acercando un pequeño cofrecito vacío de exquisito diseño.
-” ¿Tu que lo conocías mejor, sabes que almacenaba el príncipe aquí?“- Indago Jade mientras continuaba centrando su investigación sobre las cosas desparramadas allí dentro, pero la súbita respuesta capturó por completo su atención.
- “Eduard guardaba sus esperanzas en esta cajita”- respondió Willburt entre lagrimas.
miércoles, 11 de enero de 2012
Crónicas de Viento y Sombra: Capitulo 2
Horas antes, en la habitación del príncipe Eduard...
-“Buenas noches valiente caballero, estoy listo para que me lleves lejos. Quiero conocer tu reino y mas allá”- manifestó el pequeño y pálido príncipe ante la entrada de un extraño visitante nocturno a su habitación.
Jarc había ingresado el día anterior al castillo aprovechando el concilio y la diversidad de personas dentro, con cautela pasó toda la tarde disfrazado de sirviente haciendo quehaceres y ya llegada la noche se escondió en uno de los varios toneles vacíos de vino hasta que finalmente cayó la madrugada. Llegado el momento avanzó con el mayor de los cuidados siguiendo el mapa hasta dar con la habitación indicada; parecía su día de suerte ya que no había nadie cuidando allí. Tomándose unos segundos para analizar la situación no pudo evitar hacer una regresión al mismo comienzo.
Todo empezó durante la muerte del Antiguo emperador de Esven, Jarc había vivido en el exilio durante mucho tiempo hasta finalmente recibir un mensaje que detallaba la gravedad de la salud del regente; sin pensarlo alisto su montura y cabalgó por días desafiando al calor y las más salvajes tormentas de arena hasta finalmente dar con la capital. Exhausto y cansado se dirigió a la fortaleza de Esven solo para ser informado que la vida de Grag II se había apagado. Reuniendo valor se acerco a los jardines para despedir a esa persona que fue no solo regente de su reino y hermano de su padre, sino también su mentor y amigo. Como era costumbre, el emperador conocía su inevitable situación y había designado a Jarc como el encargado de devolver sus cenizas a la arena como confiere la tradición; fue allí cuando se acerco a él su hermano, el general Draknar.
Hacia años que ambos no compartían una comida tranquila, sobretodo por sus diferencias pero bajo el lecho de la pena esa noche ambos cenaron en paz y hablaron extensamente hasta llegado el amanecer, Draknar antes de irse compartió con su hermano el último deseo del antiguo emperador dejando a Jarc sorprendido. Así fue como con el paso de los días bajo ese ideal forjaron un plan, una maniobra capaz de devolver a su nación lo que le correspondía por derecho y el imperio de Arcadius les había robado: “Las tierras verdes”
“Traer al sucesor de la corona, así finalmente podremos recuperar las tierras de nuestros ancestros” Había sido la osada maniobra que forjaron los dos hermanos y era lo que Jarc estaba a punto de hacer; comenzó a abrir delicadamente la puerta de la habitación hasta dejar un el espacio necesario para pasar su delgado cuerpo, en la oscuridad camino en el mayor de los silencio avanzando hasta la cama del príncipe, estaba a un paso de abalanzarse y tomar al niño cuando sorpresivamente percibió la voz del joven.
-“¿Mi valiente caballero, eres tu?
Confundido, el malhechor solo atino a agarrar la vaina de su espada cuando una pequeña luz comenzó a acrecentarse hasta casi cegarlo
-“Ya puedes abrir los ojos, me disculpo por lo de la lámpara pero me resultaba extremadamente incomodo hablar con alguien al que no veo el rostro”- dijo el niño con una delicada y débil vocecilla, Jarc abrió los ojos lentamente y se encontró frente a un pequeño de apenas unos 9 años sentado al costado de una amplia cama; su rostro era blanco como la misma nieve y su mirar tan frágil y efímero como la mas débil estrella de los cielos. La delicada imagen del niño llego a tocar una pequeña fibra en el corazón de Jarc quien no podía reaccionar en absoluto ante los inocentes ojos del príncipe.
-“¿Acaso me he equivocado? Me gustaría una respuesta, misterioso visitante nocturno, ¿Eres realmente a quien he esperado tanto tiempo?” siguió preguntando mientras acercaba la flama para examinar el rostro de su acompañante.
Jarc no podía pensar, se sentía presionado para responder algo, lo que sea con tal de salir de ese apuro así que guiado por un extraño impulso dijo:
-“Así es mi señor, el día finalmente ah llegado. Hoy mismo iniciara un largo y maravilloso viaje”. Talvez fue la apariencia extremadamente frágil del niño, la pureza que emanaban de sus pequeños ojos, o esa improvisada estupidez que siempre lo metía a Jarc en problemas; quien sabe, pese a eso él podría haber jurado que había algo casi sobrenatural en él príncipe que lo protegía de ser herido de alguna manera.
El niño reacciono con una inconfundible alegría ante estas palabras, dejando la lámpara a un costado se acerco al cada vez mas confundido hombre y lo miro de arriba a abajo.
-“Ciertamente no tienes mucha apariencia de caballero y menos de ser de aquí, no eres como te había imaginado pero siempre supe que mi salvador no seria de este país. ¿Cual es tu nombre valiente guerrero?”
-“Jarc, solo Jarc” ni tiempo tuvo para mentir, tenia una sensación de que le era imposible no seguirle el juego, pero almenos pudo ocultar su apellido.
-“Caballero Jarc de la familia Solo, tanto tu nombre como tu apellido son extraños, ¿Es común de donde vienes?” dijo mientras se disponía a caminar alrededor, parecía fascinado con su inesperada visita.
Sintiendo la necesidad de salir delencantamiento que lo acosaba, el entumecido hombre se acerco a la ventana abriéndola, la brisa otoñal se hizo presente acariciando delicadamente su rostro despejándolo completamente.- “¿Que demonios estuve haciendo? (pensó para si mismo) tranquilo, tranquilo. Esta bien si el niño cree que lo llevare, eso facilitara las cosas pero antes tengo asuntos que aclarar con él”
-“Mi nombre es Jarc Solo, el osado caballero. Hoy vengo a invitar al príncipe de Arcadius al más fascinante de los viajes, ¿Me acompañaras joven León?” preguntó pero extrañamente no obtuvo de inmediato la respuesta que esperaba, el rostro del niño miro para abajo casi nervioso como si algo fallara en esa propuesta,decepcionado, sin embargo antes que de que de que Jarc pudiera sospechar algo el joven respondió
“Si, valiente caballero. Yo, el príncipe León, te acompañaré”
-“Buenas noches valiente caballero, estoy listo para que me lleves lejos. Quiero conocer tu reino y mas allá”- manifestó el pequeño y pálido príncipe ante la entrada de un extraño visitante nocturno a su habitación.
Jarc había ingresado el día anterior al castillo aprovechando el concilio y la diversidad de personas dentro, con cautela pasó toda la tarde disfrazado de sirviente haciendo quehaceres y ya llegada la noche se escondió en uno de los varios toneles vacíos de vino hasta que finalmente cayó la madrugada. Llegado el momento avanzó con el mayor de los cuidados siguiendo el mapa hasta dar con la habitación indicada; parecía su día de suerte ya que no había nadie cuidando allí. Tomándose unos segundos para analizar la situación no pudo evitar hacer una regresión al mismo comienzo.
Todo empezó durante la muerte del Antiguo emperador de Esven, Jarc había vivido en el exilio durante mucho tiempo hasta finalmente recibir un mensaje que detallaba la gravedad de la salud del regente; sin pensarlo alisto su montura y cabalgó por días desafiando al calor y las más salvajes tormentas de arena hasta finalmente dar con la capital. Exhausto y cansado se dirigió a la fortaleza de Esven solo para ser informado que la vida de Grag II se había apagado. Reuniendo valor se acerco a los jardines para despedir a esa persona que fue no solo regente de su reino y hermano de su padre, sino también su mentor y amigo. Como era costumbre, el emperador conocía su inevitable situación y había designado a Jarc como el encargado de devolver sus cenizas a la arena como confiere la tradición; fue allí cuando se acerco a él su hermano, el general Draknar.
Hacia años que ambos no compartían una comida tranquila, sobretodo por sus diferencias pero bajo el lecho de la pena esa noche ambos cenaron en paz y hablaron extensamente hasta llegado el amanecer, Draknar antes de irse compartió con su hermano el último deseo del antiguo emperador dejando a Jarc sorprendido. Así fue como con el paso de los días bajo ese ideal forjaron un plan, una maniobra capaz de devolver a su nación lo que le correspondía por derecho y el imperio de Arcadius les había robado: “Las tierras verdes”
“Traer al sucesor de la corona, así finalmente podremos recuperar las tierras de nuestros ancestros” Había sido la osada maniobra que forjaron los dos hermanos y era lo que Jarc estaba a punto de hacer; comenzó a abrir delicadamente la puerta de la habitación hasta dejar un el espacio necesario para pasar su delgado cuerpo, en la oscuridad camino en el mayor de los silencio avanzando hasta la cama del príncipe, estaba a un paso de abalanzarse y tomar al niño cuando sorpresivamente percibió la voz del joven.
-“¿Mi valiente caballero, eres tu?
Confundido, el malhechor solo atino a agarrar la vaina de su espada cuando una pequeña luz comenzó a acrecentarse hasta casi cegarlo
-“Ya puedes abrir los ojos, me disculpo por lo de la lámpara pero me resultaba extremadamente incomodo hablar con alguien al que no veo el rostro”- dijo el niño con una delicada y débil vocecilla, Jarc abrió los ojos lentamente y se encontró frente a un pequeño de apenas unos 9 años sentado al costado de una amplia cama; su rostro era blanco como la misma nieve y su mirar tan frágil y efímero como la mas débil estrella de los cielos. La delicada imagen del niño llego a tocar una pequeña fibra en el corazón de Jarc quien no podía reaccionar en absoluto ante los inocentes ojos del príncipe.
-“¿Acaso me he equivocado? Me gustaría una respuesta, misterioso visitante nocturno, ¿Eres realmente a quien he esperado tanto tiempo?” siguió preguntando mientras acercaba la flama para examinar el rostro de su acompañante.
Jarc no podía pensar, se sentía presionado para responder algo, lo que sea con tal de salir de ese apuro así que guiado por un extraño impulso dijo:
-“Así es mi señor, el día finalmente ah llegado. Hoy mismo iniciara un largo y maravilloso viaje”. Talvez fue la apariencia extremadamente frágil del niño, la pureza que emanaban de sus pequeños ojos, o esa improvisada estupidez que siempre lo metía a Jarc en problemas; quien sabe, pese a eso él podría haber jurado que había algo casi sobrenatural en él príncipe que lo protegía de ser herido de alguna manera.
El niño reacciono con una inconfundible alegría ante estas palabras, dejando la lámpara a un costado se acerco al cada vez mas confundido hombre y lo miro de arriba a abajo.
-“Ciertamente no tienes mucha apariencia de caballero y menos de ser de aquí, no eres como te había imaginado pero siempre supe que mi salvador no seria de este país. ¿Cual es tu nombre valiente guerrero?”
-“Jarc, solo Jarc” ni tiempo tuvo para mentir, tenia una sensación de que le era imposible no seguirle el juego, pero almenos pudo ocultar su apellido.
-“Caballero Jarc de la familia Solo, tanto tu nombre como tu apellido son extraños, ¿Es común de donde vienes?” dijo mientras se disponía a caminar alrededor, parecía fascinado con su inesperada visita.
Sintiendo la necesidad de salir delencantamiento que lo acosaba, el entumecido hombre se acerco a la ventana abriéndola, la brisa otoñal se hizo presente acariciando delicadamente su rostro despejándolo completamente.- “¿Que demonios estuve haciendo? (pensó para si mismo) tranquilo, tranquilo. Esta bien si el niño cree que lo llevare, eso facilitara las cosas pero antes tengo asuntos que aclarar con él”
-“Mi nombre es Jarc Solo, el osado caballero. Hoy vengo a invitar al príncipe de Arcadius al más fascinante de los viajes, ¿Me acompañaras joven León?” preguntó pero extrañamente no obtuvo de inmediato la respuesta que esperaba, el rostro del niño miro para abajo casi nervioso como si algo fallara en esa propuesta,decepcionado, sin embargo antes que de que de que Jarc pudiera sospechar algo el joven respondió
“Si, valiente caballero. Yo, el príncipe León, te acompañaré”
martes, 10 de enero de 2012
Crónicas de Viento y Sombra: Capitulo 1
El mundo como lo conocemos es el resultado de un complejo entretejido de destinos y voluntades, a veces a la vista otras veces oculto. Por ello conocer la verdad sobre un hecho nos garantiza vislumbrar una pequeña génesis de nuestro presente, hoy compartiré con Ud uno de los origenes que influyeron de una u otra manera en nuestra actualidad, esta historia sera una introduccion a a una etapa caracterizada por guerras e intrigas, mejor conocida como “Crónicas de Viento y Sombra“
Una templada madrugada de otoño aun anterior al marchitar de las hojas, la vida de un inocente se perdía para siempre. En la capital del imperio de Arcadius se celebraba el tercer día de un concilio que involucraba a las mas importante naciones de Ivalice, la historia toma escenario en el mismo castillo real de la familia Albatros, regentes de Arcadius. La luna se encontraba en su punto culmine cuando el viejo Willburt, el consejero real, apago un grito. Se acercaba a la habitación del joven príncipe para administrarle sus medicinas como era costumbre cuando encontró la habitación vacía; desesperado y confundido estuvo a punto de recurrir a su majestad cuando finalmente se dio cuenta que en el marco de la fraternidad y paz que intentaba fomentar el concilio entre naciones, caer con tal trágica noticia podía terminar en guerra y sangre. –“No aun, debo encontrarlo por mis propios medios” se dijo para si, pero en verdad necesitaba ayuda y pronto.
Jedediah Nigel, el más fiel de los caballeros del Rey Mordath Albatros, fue despertado pasada la media noche por algo que se movía dentro de su oscura habitación; preparado para actuar, sacó lentamente una daga de su almohada mientras cuidaba de seguir pareciendo dormido. Llegado el momento súbitamente tiró su sabana sobre esa sombra asechadora y salto sobre él cual depredador
“Juro por mi rey que si te mueves, siquiera respiras, acabare contigo demonio. Así que si tienes lengua y te importa tu sucia vida, habla ahora” dijo con ese frió tono capaz de hacer temblar al mas fiero de los guerreros
-“Señor Jade, lo siento, no me haga daño soy yo, Willburt”- se escucho débilmente debajo de las telas, armándose de valor continuo diciendo -“Necesito hablar con Ud, es de extrema urgencia”
Jade se alejo dándole espacio para que el consejero se incorpore pero este parecía estar involucrado en una fiera pelea con las sabanas que parecían decididas a no dejarlo ir, para cuando finalmente el rostro del viejo emergió de las telas, Jade había prendido una lámpara de aceite y lo esperaba sentado a los pies de la cama.
Antes que el caballero pudiera preguntar que razón trajo al viejo consejero a irrumpir en su habitación en medio de la noche, el exaltado Willburt le comunico todo tan rápidamente que Jade se tuve que tomar unos minutos para armar la historia en su cabeza
- “¿Dices que ibas ver al príncipe Eduard para administrar sus medicinas, cuando notaste que no se encontraba en su habitación? Eso es natural, estuve presente cuando Su Majestad sugirió cambiar habitaciones a ambos hermanos, adjudicando que la ventana del dormitorio de León daba al patio y desde allí Eduard podría ver las justas que se realizaran mañana. Mientras tanto León se quedará en los aposentos que pertenecían al señor Deverius. Seguramente olvidaron informarte” respondió con total naturalidad mientras con un bostezo intentaba recuperar algo del sueño perdido.
-“Pero Señor Jade, Su majestad sabe que día y noche me encargo de administrarle al joven Eduard su medicina, si le llegara a faltar no se que seria de su vida; ya suficiente carga es verlo todo el día en la cama al pobre ángel. Por favor, acompáñeme para corroborar lo que me contó… No es que desconfié de Ud... No, no, solo que, bueno, ¿No le molestaría acompañarme por favor?”- Preguntó con una cara inocente y lastimosa cual niño en dificultades. Jade, pese al sueño que comenzaba a volver amenazándolo con desaparecer y desvelarlo toda la noche, no pudo negarse a la petición.
Escaleras arriba, Jade ya vestido con su uniforme y Willburt, aun con su gorrito de dormir, llevando una vela en la mano avanzaban por los pasillos superiores del castillo en silencio. Al cabo de unos minutos dieron con la sala donde años atrás habitaba el Señor Deverius (Padre del actual rey), allí había un subordinado sobre la puerta dormitando en una silla; Jade, algo enojado ante tal falta de responsabilidad, termino por golpearle una de las patas de la silla dejando al soldado tumbado de cabeza en el suelo, el pobre apenas pudo ponerse en pie y desenvainar su espada cuando se dio cuenta que se encontraba en problemas.
-“Estupido soldado, ¿acaso la vida de tu señor vale una siesta? Si yo fuera un enemigo ya estarías muerto… varias veces..., pero sucede que soy tu superior y créeme, desearas estar muerto cuando esto termine”- Imponiéndose así con ese mirar fiero y desafiante reservados solo para sus enemigos continuo -“Tu turno ha terminado, ve a buscar al siguiente guardia. Mañana personalmente me encargare de ti”. Willburt miro como se alejaba el pobre soldado con gran lastima, la familia Nigel poseía un carácter fuerte y temerario una vez desatado y Jedediah no era la excepción, muchos preferirían cruzarse con un demonio de la noche antes que con un Nigel enojado. Con cuidado el consejero abrió levemente la puerta acercando la flama de la vela, el leve resplandor alcanzo delicadamente el rostro de León quien dormía placidamente en la alcoba. Una vez el soldado que haría siguiente turno llegó, la pareja continuo su camino sin problemas hacia la nueva habitación del príncipe Eduard. A simple viste, había algo extraño; Jade desenvaino su espada y avanzo lentamente apoyando su espala en la pared. Willburt no entendía nada pero intento copiar esos movimientos, lo que el consejero ignoraba y el sentido del caballero había percibido era que no solo no había ningún guardia cuidando la habitación del príncipe sino que la puerta se encontraba levemente abierta, ya en el marco de la puerta y con el mayor de los sigilos Jade le indico con un gesto al consejero que espere afuera y se adentro en silencio entre las sombras. Al instante volvió, tomo bruscamente la vela de su acompañante y prendió una lámpara de adentro de la habitación; la luz emanaba les presentó una habitación completamente revuelta y un príncipe faltante.
Una templada madrugada de otoño aun anterior al marchitar de las hojas, la vida de un inocente se perdía para siempre. En la capital del imperio de Arcadius se celebraba el tercer día de un concilio que involucraba a las mas importante naciones de Ivalice, la historia toma escenario en el mismo castillo real de la familia Albatros, regentes de Arcadius. La luna se encontraba en su punto culmine cuando el viejo Willburt, el consejero real, apago un grito. Se acercaba a la habitación del joven príncipe para administrarle sus medicinas como era costumbre cuando encontró la habitación vacía; desesperado y confundido estuvo a punto de recurrir a su majestad cuando finalmente se dio cuenta que en el marco de la fraternidad y paz que intentaba fomentar el concilio entre naciones, caer con tal trágica noticia podía terminar en guerra y sangre. –“No aun, debo encontrarlo por mis propios medios” se dijo para si, pero en verdad necesitaba ayuda y pronto.
Jedediah Nigel, el más fiel de los caballeros del Rey Mordath Albatros, fue despertado pasada la media noche por algo que se movía dentro de su oscura habitación; preparado para actuar, sacó lentamente una daga de su almohada mientras cuidaba de seguir pareciendo dormido. Llegado el momento súbitamente tiró su sabana sobre esa sombra asechadora y salto sobre él cual depredador
“Juro por mi rey que si te mueves, siquiera respiras, acabare contigo demonio. Así que si tienes lengua y te importa tu sucia vida, habla ahora” dijo con ese frió tono capaz de hacer temblar al mas fiero de los guerreros
-“Señor Jade, lo siento, no me haga daño soy yo, Willburt”- se escucho débilmente debajo de las telas, armándose de valor continuo diciendo -“Necesito hablar con Ud, es de extrema urgencia”
Jade se alejo dándole espacio para que el consejero se incorpore pero este parecía estar involucrado en una fiera pelea con las sabanas que parecían decididas a no dejarlo ir, para cuando finalmente el rostro del viejo emergió de las telas, Jade había prendido una lámpara de aceite y lo esperaba sentado a los pies de la cama.
Antes que el caballero pudiera preguntar que razón trajo al viejo consejero a irrumpir en su habitación en medio de la noche, el exaltado Willburt le comunico todo tan rápidamente que Jade se tuve que tomar unos minutos para armar la historia en su cabeza
- “¿Dices que ibas ver al príncipe Eduard para administrar sus medicinas, cuando notaste que no se encontraba en su habitación? Eso es natural, estuve presente cuando Su Majestad sugirió cambiar habitaciones a ambos hermanos, adjudicando que la ventana del dormitorio de León daba al patio y desde allí Eduard podría ver las justas que se realizaran mañana. Mientras tanto León se quedará en los aposentos que pertenecían al señor Deverius. Seguramente olvidaron informarte” respondió con total naturalidad mientras con un bostezo intentaba recuperar algo del sueño perdido.
-“Pero Señor Jade, Su majestad sabe que día y noche me encargo de administrarle al joven Eduard su medicina, si le llegara a faltar no se que seria de su vida; ya suficiente carga es verlo todo el día en la cama al pobre ángel. Por favor, acompáñeme para corroborar lo que me contó… No es que desconfié de Ud... No, no, solo que, bueno, ¿No le molestaría acompañarme por favor?”- Preguntó con una cara inocente y lastimosa cual niño en dificultades. Jade, pese al sueño que comenzaba a volver amenazándolo con desaparecer y desvelarlo toda la noche, no pudo negarse a la petición.
Escaleras arriba, Jade ya vestido con su uniforme y Willburt, aun con su gorrito de dormir, llevando una vela en la mano avanzaban por los pasillos superiores del castillo en silencio. Al cabo de unos minutos dieron con la sala donde años atrás habitaba el Señor Deverius (Padre del actual rey), allí había un subordinado sobre la puerta dormitando en una silla; Jade, algo enojado ante tal falta de responsabilidad, termino por golpearle una de las patas de la silla dejando al soldado tumbado de cabeza en el suelo, el pobre apenas pudo ponerse en pie y desenvainar su espada cuando se dio cuenta que se encontraba en problemas.
-“Estupido soldado, ¿acaso la vida de tu señor vale una siesta? Si yo fuera un enemigo ya estarías muerto… varias veces..., pero sucede que soy tu superior y créeme, desearas estar muerto cuando esto termine”- Imponiéndose así con ese mirar fiero y desafiante reservados solo para sus enemigos continuo -“Tu turno ha terminado, ve a buscar al siguiente guardia. Mañana personalmente me encargare de ti”. Willburt miro como se alejaba el pobre soldado con gran lastima, la familia Nigel poseía un carácter fuerte y temerario una vez desatado y Jedediah no era la excepción, muchos preferirían cruzarse con un demonio de la noche antes que con un Nigel enojado. Con cuidado el consejero abrió levemente la puerta acercando la flama de la vela, el leve resplandor alcanzo delicadamente el rostro de León quien dormía placidamente en la alcoba. Una vez el soldado que haría siguiente turno llegó, la pareja continuo su camino sin problemas hacia la nueva habitación del príncipe Eduard. A simple viste, había algo extraño; Jade desenvaino su espada y avanzo lentamente apoyando su espala en la pared. Willburt no entendía nada pero intento copiar esos movimientos, lo que el consejero ignoraba y el sentido del caballero había percibido era que no solo no había ningún guardia cuidando la habitación del príncipe sino que la puerta se encontraba levemente abierta, ya en el marco de la puerta y con el mayor de los sigilos Jade le indico con un gesto al consejero que espere afuera y se adentro en silencio entre las sombras. Al instante volvió, tomo bruscamente la vela de su acompañante y prendió una lámpara de adentro de la habitación; la luz emanaba les presentó una habitación completamente revuelta y un príncipe faltante.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)