domingo, 15 de enero de 2012

Crónicas de Viento y Sombra: Capitulo 3

Al cabo de unas pocas horas el dormitorio del príncipe Eduard había pasado de elegante alcoba a “uno con el caos mismo”. Ya dentro esta imagen golpeo sorpresivamente la mente de los recién llegados dejándolos unos instantes paralizados; desorden y ausencia total era lo único que reinaba a vista. La reacción del viejo Willburt fue sorpresiva, se arrodillo sacudiendo su cabeza con desesperación de un lado a otro dejando escapar balbuceos e incoherencias; su mente lo torturaba continuamente con cientos de imágenes, todas ellas sobre posibles y trágicos desenlaces para la vida del convaleciente niño. A su lado Jedediah Nigel, quien ni por un instante había perdido su norte, comenzaba a tomar una profunda bocanada de aire, ahora más que nunca necesitaba su mente bien clara y sus sentidos agudizados al máximo si quería llegar a la verdad pero estos captaban susurros extraños y el respirar irregular provenientes de Willburt. El caballero había perdido finalmente la paciencia, necesitaba actuar bien y pronto, así que antes de darse cuenta el sollozo consejero termino empujado y encerrado en el armario.

-“¡Suficiente Willburt, no me dejas pensar!, quédate ahí adentro y no salgas hasta que yo lo diga”- Una vez sin distracciones Jade inicio el ritual nuevamente, respiración profunda, mente en blanco evocando imágenes de las antiguas visitas a la recamara y combinándolas con su experiencia; a la décima inhalación sus ojos se abrían develándole nuevos secretos. Su mirar se centró en primera medida sobre la alfombra encontrando sucias pisadas de botas, claramente alguien había ingresado en la habitación por la puerta, a juzgar por su tamaño seguramente fue un hombre de gran tamaño, a un costado resaltaban un pequeño vaso lleno de agua sobre el mueble y las vestimentas del príncipe prolijamente dobladas a los pies de la cama, esto era un indicio de algo aunque no estaba seguro pero posiblemente delataban un accionar sin violencia; estos detalles eran tan extraños y únicos como la situación misma.

-“Auuuuch!” se escucho súbitamente dentro del armario, entre saltos y gritos Willburt escapo al exterior del guardarropa captor tirando la puerta abajo y avanzó entre saltos agarrándose la planta del pie

-“¿Que sucede ahora?”- Inquirió el noble caballero mientras intentaba acallar esa voz en la cabeza que quería mandarlo a volar a través de la ventana.

-“ La planta del pie! Haayy!, tengo algo, quítamelo pero con cuidado…”- pidió a Sir Nigel mientras alejaba el rostro para no verse la herida. Su compañero echó un vistazo al dolorido pie frente a él identificando un pequeño broche clavado, no le faltaban las ganas de sacar de un tirón el objeto pero corría el riesgo de despertar a todo el castillo con los gritos de su compañero así que procedió con cuidado, alcanzó una bufanda del suelo para que el consejero muerda y al termino de tres tenia el adorno en la mano. Aunque cualquiera se quedaría examinando el fino oro y la corona estampada en el elegante prendedor, Jade se encontraba mirando fijamente el armario mientras giraba el objeto en sus manos, había algo que no terminaba por entender.
El dolorido consejero quien aun sentía un leve pinchazo opto por correr las cosas sobre una silla cercana y pasó a sentarse, la hinchazón seguía molestando llevándolo a contorsionar su huesudo cuerpo para intentar ver los restos de la herida, fue allí cuando noto varios ejemplares de cuentos infantiles desparramados debajo de la cama; con un poco de esfuerzo se arrodillo y extendiendo el brazo alcanzando uno a uno los tomos infantiles. Cada noche, antes de dormir el príncipe Eduard le pedía que leyera alguna de las tantas aventuras almacenadas allí; pese a que no era su trabajo Willburt accedía con gustoso ya que apreciaba al niño como su propio hijo. Ambos disfrutaban de los mas maravillosos cuentos, y al terminar la lectura charlaban sobre las aventuras que viviría Eduard cuando hubiera curado su padecimiento, el consejero a veces se sentía triste luego de dejar dormido al niño sin decirle la verdad pero él no tenia el corazón para confesarle sobre el carácter incurable de la enfermedad que aquejaba al joven.
Un libro cayó de la pila que había armado trayéndolo nuevamente a la realidad, sus manos se movieron acomodándolo nuevamente sobre almohada mientras hundido en tristeza y nostalgia dejaba escapar un susurro

- “Daría cualquier cosa por tu felicidad, ¿ lo sabes?…”-

- “¿Dijiste algo Willburt?”- La voz provenía de adentro del armario -“Creo que encontré algo, acércate talvez me seas de ayuda”- solicitó impaciente el caballero. La luz apenas llegaba allí dentro así que el viejo consejero se quedo sobre la puerta esperando a la salida de Jade, este aun de espalda revolviendo entre las pertenencias del joven extendió hacia atrás la mano acercando un pequeño cofrecito vacío de exquisito diseño.

-” ¿Tu que lo conocías mejor, sabes que almacenaba el príncipe aquí?“- Indago Jade mientras continuaba centrando su investigación sobre las cosas desparramadas allí dentro, pero la súbita respuesta capturó por completo su atención.

- “Eduard guardaba sus esperanzas en esta cajita”- respondió Willburt entre lagrimas.

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